Descubre cuatro secretos de cocina que facilitarán tu rutina

No todas las personas se consideran lo suficientemente buenas para la cocina, pero bien dicen que con trucos, consejos y práctica, cocinar se convierte en una actividad gratificante.

Por ello, hoy te contamos cuatro secretos para facilitarte el trabajo al momento de cocinar y preservar adecuadamente los alimentos.

Agua hervida

Aunque muchas personas no la utilizan alegando que tiene un «sabor extraño», el agua hervida es uno de los mejores secretos no solo para la cocina, sino también para la salud de los comensales, pues al hervirla se matan gérmenes y bacterias causantes de enfermedades.

Asimismo, el agua hervida es ideal para lavar y cocinar todo tipo de alimentos, al tiempo que ayuda a conservarlos en buen estado por mayor tiempo.

Cebolla

La cebolla es uno de los ingredientes más utilizados al momento de cocinar, pero también es uno de los que más problemas genera al momento de cortarla, principalmente, debido a la capacidad que tiene para hacer que nos broten lágrimas y a que su olor quede impregnados en nuestras manos.

Para dejar atrás esos incidentes, solo necesitarás aprender a utilizar la temperatura del agua a tu favor. Al momento de picarla puedes optar por dos opciones: hacerlo sumergiéndola en agua tibia, o en todo caso, cortarla por la mitad y sumergirla en agua helada, antes de cortarla de forma normal.

En relación al olor en las manos, bastará con sumergirlas en agua fría por un minuto, sin frotarlas; de esta manera, el olor se irá rápidamente.

Lechuga

Lograr que la lechuga mantenga su frescura y color es bastante difícil, puesto que una vez que entra en contacto con el frío directo de la nevera tiende a marchitarse.

Para evitar que esto suceda, dos de los trucos más efectivos son: guardarla en una bolsa de papel sin retirarle las hojas exteriores o en todo caso, guardarla en una bolsa hermética sin dejar aire dentro.

Limón

¿Cuántas veces aquellos limones cortados no han terminados secos dentro de la nevera? Evita que esto suceda extendiendo una capa de sal o un chorrito de vinagre sobre la capa expuesta, o sumergélos unos minutos en agua caliente.