por: Edgar Pilca
26/10/2024 | 6:30 pm
Foto de Cristina Gottardi en Unsplash
Durante mucho tiempo, se creyó que este «olor a anciano» era simplemente una consecuencia inevitable del paso del tiempo. Sin embargo, la ciencia reveló que detrás de este fenómeno se esconden procesos biológicos complejos.
Al igual que el vino añejo desarrolla un bouquet único, nuestro cuerpo también experimenta cambios químicos a medida que envejecemos, dando lugar a un olor característico.
La ciencia detrás del olor
De acuerdo científicos, con el paso del tiempo, nuestra piel experimenta cambios que influyen en su composición y, por consiguiente, en nuestro olor corporal. Uno de los principales responsables de este aroma característico es una molécula llamada 2-nonenal.
Según la explicación, la piel como un lienzo que se va oxidando con el tiempo. El 2-nonenal es como una mancha que aparece en ese lienzo, y su intensidad aumenta con la edad.
A medida que una persona envejece, los lípidos de la piel se oxidan y liberan esta molécula, que tiene un olor rancio y ligeramente metálico.
Foto de Angélica Echeverry en Unsplash
¿Por qué ocurre?
La disminución de hormonas como el estrógeno y la testosterona influye en la producción de sebo y sudor, alterando el pH de la piel y favoreciendo el crecimiento de bacterias que pueden producir malos olores.
Con la edad, específicamente a partir de los 30 años, el colágeno y la elastina, proteínas que dan elasticidad y firmeza a la piel, se degradan. Esto hace que la piel sea más susceptible a la deshidratación y a la oxidación.
Una dieta rica en grasas saturadas y baja en antioxidantes también pueden acelerar el proceso de oxidación. Además, factores como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol y la exposición prolongada al sol pueden dañar la piel y acelerar el envejecimiento y que se sienta más el aroma.
El «olor a anciano» es el resultado de cambios químicos y biológicos que ocurren en nuestro cuerpo a medida que envejecemos. Si bien no se puede detener el paso del tiempo, expertos recomiendan adoptar hábitos saludables para mantener la piel y el cuerpo en óptimas condiciones.