por: Edgar Pilca
04/07/2025 | 6:30 pm
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Mónaco, el diminuto principado enclavado en la deslumbrante Riviera Francesa, es mucho más que un punto en el mapa.
Con una superficie de apenas dos kilómetros cuadrados, es el segundo país más pequeño del mundo, superado solo por la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, su tamaño no le impide albergar una estadística asombrosa: la mayor concentración de millonarios por kilómetro cuadrado del planeta.
Este microestado es conocido mundialmente por ser un paraíso fiscal, atrayendo a las grandes fortunas con sus atractivas políticas fiscales y un nivel de vida de lujo inigualable. Sus residentes disfrutan de un ambiente exclusivo, seguridad de primer nivel, eventos glamurosos como el Gran Premio de Fórmula 1 y un acceso privilegiado a servicios de alta gama.
Pero la misma exclusividad que atrae a la élite mundial presenta ahora un gran desafío para Mónaco: la falta de espacio. A pesar de sus ambiciosos proyectos de ganarle terreno al mar, como la expansión de su distrito de Fontvieille o el nuevo barrio de Le Portier, el principado está llegando a su límite físico.
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«La demanda se ha disparado, pero el numero de propiedades disponibles sigue siendo extremadamente limitado», indicó la agente inmobiliaria Eugenia Petrini a L’Observateur de Monaco.
La demanda de propiedades de lujo y el deseo de más millonarios por establecerse en este codiciado enclave superan con creces la disponibilidad de terreno.
«Independientemente del tipo de espacio, los apartamentos disponibles son escasos y, cuando aparecen, se agotan rápidamente. Los clientes tienen que buscar durante meses», explicó Jean-Yves Le Graverend, director de la agencia inmobiliaria de lujo John Taylor Monaco.
Este dilema territorial plantea interrogantes sobre el futuro crecimiento y la sostenibilidad de Mónaco como el epicentro de la riqueza global.