por: María Fernanda Pérez
29/09/2023 | 5:30 pm
Actualidad RT
La extinción de los dinosaurios hace aproximadamente 66 millones de años, marcó un hito en la evolución de la vida en la Tierra.
Este evento catastrófico permitió que otros grupos de animales tuvieran la oportunidad de expandirse, evolucionar y diversificarse en un mundo que había perdido a sus titanes prehistóricos.
Algunos de estos animales, como los mamíferos y los reptiles, se convirtieron en gigantes después de la extinción de los dinosaurios.
Antes de la extinción, los mamíferos y los reptiles eran relativamente pequeños. Los mamíferos eran principalmente roedores y pequeños depredadores, mientras que los reptiles eran en su mayoría lagartos y serpientes pequeñas.
Con la desaparición de los dinosaurios, estos animales tuvieron la oportunidad de expandirse en nichos ecológicos que antes estaban ocupados por los dinosaurios. Esto significó que podían competir por recursos que antes no estaban disponibles, como alimentos y hábitats.
Científicos han podido determinar que los brontoterios, primos lejanos de los tapires y de los rinocerontes, que habitaron nuestro planeta durante el Eoceno, pasaron de pesar unos 20 kilos a cinco toneladas, equivalente a un elefante actual.
Mediante modelos matemáticos para simular los procesos evolutivos, se llegó a la conclusión de que las nuevas especies de brontoterios no eran sistemáticamente mayores que sus ancestros.
Sin embargo, cuando se establecían, los más pequeños tenían mayor riesgo de extinción, porque las comunidades ecológicas de herbívoros estaban llenas de especies de tamaños medianos y pequeños, por lo que «los nichos ecológicos típicos de tallas moderadas estaban más saturados y las especies de brontoterios más pequeñas tenían más competidores».
De este modo, cuando aparecían especies más grandes, estas escapaban de dicha competencia, sobrevivían más tiempo y podían producir otras especies, logrando predominar más que las pequeñas.
«Lo que este tipo de hallazgo nos enseña es que los brontoterios no estaban predestinados a aumentar su tamaño (…) Fue la contingencia y el azar los que proyectaron su evolución hacia tamaños gigantescos», señalaron Oscar Sanisidro Morant y Juan López Cantalapiedra, paleontólogos de la Universidad de Alcalá.