por: Josmeily Yzquiel
23/10/2022 | 7:00 pm
La Vanguardia
El pasado 17 de septiembre un sismo de magnitud 7.7 impactó la costa del Pacífico de México a la 1:05 pm, hora de la Ciudad de México.
Luego de este hecho y a 2 mil 400 kilómetros de distancia, una investigadora del Parque Nacional del Valle de la Muerte, Ambre Chaudoin, notó algo extraño: mientras observaba la caverna de piedra caliza conocida como Hoyo del Diablo, la entrada al acuífero del desierto comenzó a arremolinarse.
El Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos (NPS), indicó que estas olas aumentaron y alcanzaron más de un metro de altura, convirtiéndose en un tsunami.
Es considerado que, cuando fenómeno agita un lago u otro espacio parcialmente cerrado de agua, se le llame Seiche; sin embargo, cuando pasa algo como el Valle de la Muerte, se le conoce coloquialmente como un «tsunami del desierto», aunque son más pequeñas que un tsunami oceánico.
En el sitio web de NPS, expresan que los “grandes terremotos en lugares tan lejanos como Japón, Indonesia y Chile han causado salpicones de agua en la caverna, tal como si golpearas el agua de una bañera”.