por: María Fernanda Pérez
13/10/2024 | 5:30 pm
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Un reciente estudio de la Universidad de Lund cambió la comprensión de las exploraciones vikingas y sus interacciones con otras culturas.
La investigación, basada en el análisis del ADN de morsas antiguas y el rastreo de rutas comerciales, revela que los vikingos establecieron contactos comerciales con los pueblos indígenas del Ártico americano siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón.
“Lo que realmente nos sorprendió fue que gran parte del marfil de morsa exportado a Europa procedía de zonas de caza muy remotas, situadas en las profundidades del Alto Ártico. Hasta ahora, siempre se había asumido que los nórdicos simplemente cazaban morsas cerca de sus principales asentamientos en el suroeste de Groenlandia”, dijo Peter Jordan, profesor de Arqueología de la Universidad de Lund.
El marfil: un tesoro que unió continentes
El marfil de morsa era un bien altamente cotizado en Europa medieval. Su uso en la elaboración de una gran variedad de objetos, desde joyas hasta piezas de ajedrez, impulsó a los vikingos a realizar travesías cada vez más largas hacia el Ártico.
La alta demanda de este producto en Europa motivó a estos intrépidos navegantes a aventurarse en aguas árticas, donde establecieron rutas comerciales con los pueblos indígenas de la región.
Este hallazgo tiene profundas implicaciones para entender la historia, pues sesafía la idea de que Colón fue el primer europeo en llegar a América, demostrando que los vikingos establecieron contactos con el continente americano siglos antes.
Igualmente, proporciona nuevas pistas sobre las rutas marítimas que utilizaban los vikingos y su capacidad para navegar en aguas árticas, lo que demuestra su destreza como marineros y exploradores.
Asimismo, abre la puerta a la investigación sobre el intercambio cultural entre vikingos y pueblos indígenas del Ártico, lo que podría revelar influencias mutuas en diversos aspectos de la vida, como la tecnología, el arte y las creencias.