por: Jonás Rodríguez
05/08/2020 | 11:00 am
La sal es un aditivo usado generalmente para saborizar alimentos, sin embargo, su consumo excesivo podría generar daños importantes a tu salud a corto y largo plazo.
Aunque está compuesta en un 40% de sodio y en un 60% de cloruro, elementos importantes para el bienestar humano, la sal puede generar dificultades tanto ligeras como graves con el correr del tiempo.
A corto plazo, el consumo desmedido podría ocasionar problemas con la retención de agua, aumento de la presión arterial y sed intensa; afectando órganos como los riñones, las arterias, la sangre, etc.
Por su parte, a largo plazo se podría padecer una constante tensión arterial elevada o cáncer de estómago. Estas afecciones podrían generar daños cerebrales, úlceras gástricas, inflamación estomacal, entre otros.
Además, algunos especialistas sugieren que el consumo excesivo de sal es un causante frecuente de las enfermedades cardíacas y de la muerte prematura, sin embargo, es una teoría en debate.
Algunos estudios sugieren que la ingesta elevada de sal produce un aumento en la presión arterial y un endurecimiento de los vasos sanguíneos y las arterias, lo que puede generar un mayor riego de padecer enfermedades cardíacas.
En relación a esto, un estudio realizado hace 20 años indicó que los participantes que consumieron 5,8 gramos de sal por día tuvieron un porcentaje de mortalidad menor que aquellos que consumieron más de 15 gramos de sal diarios.
A pesar de estos resultados, otros estudios afirman que las dietas ricas en sal no tienen efectos sobre la salud del corazón o la longevidad.
Algunos expertos explican que esta diferencias de resultados pueden ser producto del uso de diferentes diseños de estudio, distintos métodos para estimar la cantidad de sodio consumido y los dispares factores de los participantes (peso, sensibilidad a la sal, edad, etc.).
Por otra parte, algunas investigaciones afirman que existen personas resistentes a la sal que no experimentan varios de los problemas de salud mencionados anteriormente.
Los científicos presumen que esta capacidad está influenciada por factores como la genética, las hormonas, el envejecimiento y la obesidad.