por: María Fernanda Pérez
31/10/2024 | 7:00 pm
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La crisis mundial de la resistencia a los antibióticos es una amenaza inminente para la salud pública. Las bacterias, cada vez más resistentes a los tratamientos convencionales, ponen en peligro la eficacia de cirugías, quimioterapias y otros procedimientos médicos.
Ante este panorama desalentador, la mirada se vuelve hacia los rincones más remotos del planeta, y uno de ellos destaca por su potencial: el Ártico.
El Ártico, con sus condiciones extremas de frío, oscuridad y alta salinidad, alberga una diversidad de microorganismos única en el planeta.
Entre ellos, las actinobacterias marinas han captado la atención de los científicos por su capacidad de producir una amplia gama de compuestos bioactivos, muchos de los cuales podrían tener propiedades antibióticas.
¿Por qué las actinobacterias marinas?
Al vivir en un entorno tan hostil, estas bacterias han desarrollado mecanismos de defensa sofisticados, lo que les permite producir moléculas con potentes propiedades antimicrobianas.
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Asimismo, las actinobacterias marinas son capaces de sintetizar una variedad de compuestos químicos que no se encuentran en sus parientes terrestres, lo que aumenta las posibilidades de descubrir nuevas estructuras moleculares con actividad antibiótica.
Además, el ser moléculas novedosas, los compuestos producidos por las actinobacterias marinas podrían actuar de manera diferente a los antibióticos actuales, evitando así los mecanismos de resistencia bacteriana conocidos.
La exploración del Ártico en busca de nuevos antibióticos es un desafío complejo y costoso. Sin embargo, los potenciales beneficios para la salud humana hacen que esta investigación sea una prioridad.
Los científicos enfrentan diversos retos, como el acceso a muestras, el aislamiento y cultivo de microorganismos, desarrollo de nuevos fármacos, etc.