por: Edgar Pilca
30/06/2025 | 7:30 pm
Pablo Merchán Montes en Unsplash
En el mundo de la belleza y el cuidado de la piel, la tecnología avanza a pasos agigantados, y una de las innovaciones más populares y efectivas son las máscaras faciales LED.
Estos dispositivos, que a primera vista parecen sacados de una película de ciencia ficción, utilizan la fototerapia para aprovechar las propiedades curativas y regenerativas de la luz, ofreciendo una solución no invasiva para una variedad de preocupaciones cutáneas. Pero, ¿Cómo funciona exactamente esta «luz mágica» y cuáles son sus beneficios reales?
La fototerapia LED (diodos emisores de luz) es un tratamiento que expone la piel a diferentes longitudes de onda de luz visible. Cada color de luz penetra en la piel a una profundidad distinta y estimula procesos celulares específicos, sin generar calor ni causar daño.
Cada color de luz LED tiene propiedades únicas que abordan problemas específicos de la piel:
Luz roja: Rejuvenecedora
Considerada la estrella del antienvejecimiento, la luz roja penetra profundamente para estimular la producción de colágeno y elastina. Esto se traduce en una reducción visible de arrugas y líneas finas, mejora de la firmeza y elasticidad, y una piel más lisa y juvenil. También potencia la circulación sanguínea, lo que favorece la regeneración celular y unifica el tono de la piel.
Luz azul: Antiacné
Ideal para pieles con tendencia al acné, la luz azul es conocida por su potente acción antibacteriana. Ataca y elimina la bacteria Propionibacterium acnes, responsable de los brotes, ayudando a reducir la inflamación y prevenir futuras erupciones. Además, contribuye a disminuir el tamaño de los poros dilatados.
Luz verde: Unificadora
Si tu preocupación son las manchas o la hiperpigmentación, la luz verde es tu aliada. Actúa inhibiendo la producción excesiva de melanina, lo que ayuda a atenuar manchas solares, de la edad o melasma. También tiene un efecto calmante, reduciendo el enrojecimiento y mejorando la luminosidad general de la piel.
Luz amarilla: Calmante y détox
Perfecta para pieles sensibles o con rojeces (como la rosácea), la luz amarilla ayuda a reducir la inflamación y el enrojecimiento. Mejora el flujo linfático, facilitando la eliminación de toxinas y oxigenando los tejidos, lo que se traduce en una piel más desintoxicada y con un tono más saludable.
Luz violeta: Sanadora
Una combinación de luz roja y azul, la violeta ofrece los beneficios de ambos mundos: combate el acné mientras estimula la regeneración celular y la producción de colágeno, siendo excelente para la cicatrización y el rejuvenecimiento general.
Pablo Merchán Montes en Unsplash
Luz celeste: Energizante
Esta luz ayuda a calmar la piel estresada y mejorar el metabolismo celular, proporcionando una sensación de energía y bienestar al rostro.
Luz blanca: Potenciadora
Al combinar todas las longitudes de onda, la luz blanca ofrece un rejuvenecimiento integral, atacando arrugas, flacidez y promoviendo una reparación profunda de la piel.
Beneficios de la terapia LED facial
Más allá de los efectos específicos de cada color, las máscaras LED ofrecen ventajas generales que las hacen atractivas: