por: Yesimar Gerdler
12/06/2019 | 7:00 pm
Pixabay
La mucosidad, o moco, es una sustancia compleja, viscosa y adherente de origen biológico que cubre la superficie de los órganos expuestos al ambiente externo como método de protección.
Se produce en el tracto respiratorio, digestivo, reproductor, ocular, nasal, ótico y laríngeo y funciona como lubricante y protector contra la deshidratación y las bacterias.
Nuestro cuerpo produce alrededor de 946 mililitros de mocos al día, aunque es probable te tragues la mayor parte. Sin embargo, una vez llegan al estómago, se disuelven.
Algunas veces estornudamos o limpiamos nuestra nariz y nos fijamos en que el color del moco ha cambiado. Esto tiene una explicación.
Moco claro
Los mocos claros se consideran «normales» o saludables. Este tipo está compuesto de agua con proteínas, anticuerpos y sales.
Moco blanco
El moco blanco suele aparecer cuando estamos congestionados. Esto se debe a que, al perder su contenido de agua, el moco se vuelve espeso, lo que evidencia que puedes tener un resfriado o una infección en proceso de elaboración.
Moco amarillo
La mucosidad amarilla es un signo de que cualquier virus o infección que tengas se está afianzando. El color amarillo proviene de las células que se encargan de matar los gérmenes que causan la enfermedad.
Una vez que las células han hecho su trabajo, se descartan en los mocos y se tiñen de un color marrón amarillento.
Moco verde
Cuando el sistema inmunológico se pone en marcha para combatir las infecciones, los mocos pueden volverse de color verde y especialmente gruesos. El color proviene de glóbulos blancos muertos y otros productos de desecho.