por: Jairo Guiza
06/04/2018 | 8:03 pm
Imagen referencial - Pixabay
Las jornadas movidas, agitadas y la dificultad de poder tomar una pequeña siesta, no permiten a los somnolientos recuperarse durante el día, por lo cual acumulan cansancio sin cesar.
Algunos especialistas concuerdan que esta rutina cada vez afecta más a las personas en el mundo de todas las edades, causándoles, además de somnolencia, predisposición a ciertas enfermedades.
Recientemente un estudio del Centro de Investigación de la Salud de Bergen en (Noruega), realizó una prueba a más de Diez mil jóvenes entre 16 y 19 años, y comprobaron la relación entre el uso de dispositivos electrónicos y las demoras en irse dormir.
La investigación encontró que en particular los adolescentes adictos a las pantallas, corren el riesgo de tardar más de una hora más de lo normal en dormirse. Dicho riesgo, crece un 49% entre quienes las utilizan más de cuatro horas diarias.
Por otra parte, según, Miguel Dávila, neurólogo y especialista en sueño, afirma que el problema con las pantallas es que tienen luz azul el cual afecta la melatonina; hormona del sueño que se activa cuando es de noche.
Dávila, manifestó que estamos sincronizados para que la melatonina se active con la oscuridad y ante la luz artificial, ésta se frena. Hacerlo persistentemente nos hace enfermar y engordar.
Por otra parte Dávila, explica que la necesidad de dormir comienza con tres factores primero, por el reloj biológico o ritmo circadiano, por el cual nos da sueño a determinadas horas.
Por último, no descansar las horas correspondientes puede deberse a malos hábitos del sueño, y desórdenes con la hormona cortisol, que sucede cuando hay estrés que nos hace despertar constantemente toda la noche.