por: Yesimar Gerdler
04/10/2024 | 7:30 am
@Santa_Palabra
Este viernes, 04 de octubre, se celebra la festividad de San Francisco de Asís, uno de los santos más conocidos y queridos de la Iglesia católica, patrono de los animales y el medio ambiente o la ecología.
Giovanni di Pietro Bernardone nació en Italia entre los años 1181 y 1182 en el seno de una familia acomodada. Su padre, un comerciante que trabajaba en Francia, fue quien le dio el apodo de «Francesco» (el francés).
Francisco recibió la educación regular de la época, en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos, en sus correrías periódicas, ni en dar pródigas limosnas a los pobres.
Cuando tenía cerca de 19 años se unió al ejército y luchó en una guerra que se libró entre las ciudades de Perugia y Asís. Fue hecho prisionero durante un año, pero finalmente fue liberado ileso.
En un viaje a la ciudad de Apulia escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Desde ese momento comenzó a mostrar un conducta de desapego a lo terrenal sumiéndose en profundas meditaciones solitarias.
Se dedicó después a la reconstrucción de la capilla de San Damián. Según los relatos, lo hizo después de haber visto al crucifijo de esta iglesia decirle: «Francisco, vete y repara mi iglesia, que se está cayendo en ruinas».
Entonces decidió vender el caballo y las mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damián con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rechazó.
Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre quién lo reprendió severamente encerrándolo en un calabozo.
Al ausentarse por negocios, su madre lo liberó de las cadenas. Su padre lo buscó nuevamente exigiéndole el dinero. Francisco, ante el consejo del Obispo, le devolvió hasta la ropa que llevaba encima.
Más adelante ayudó a reconstruir la Iglesia de San Damián y de San Pedro. Con el tiempo se trasladó una capillita llamada Porciúncula, la cual reparó y se quedó allí a vivir.
Su radicalidad de vida fue atrayendo a algunos que querían hacerse sus discípulos. En 1210 Francisco se decidió a presentarse ante el Papa Inocencio III, para que le aprobara la primera regla de la Orden. Con ese fin, él y sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.
Su Santidad aprobó la regla verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un hombre como Francisco reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su práctica del Evangelio.
Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, llamada actualmente franciscana o de los franciscanos, en la que pronto se integraría San Antonio de Padua.
En 1221 creó la orden tercera con el fin de acoger a quienes no podían abandonar sus obligaciones familiares. Hacia 1215, la congregación franciscana se había ya extendido por Italia, Francia y España; ese mismo año el Concilio de Letrán reconoció canónicamente la orden, llamada entonces de los Hermanos Menores.
Por esos años San Francisco trató de llevar la evangelización más allá de las tierras cristianas, pero diversas circunstancias frustraron sus viajes a Siria y Marruecos; finalmente, entre 1219 y 1220, predicó en Siria y Egipto; aunque no logró su conversión, el sultán Al-Kamil quedó tan impresionado que le permitió visitar los Santos Lugares.
A su regreso, a petición del Papa Honorio III, compiló por escrito la regla franciscana, de la que redactó dos versiones y entregó la dirección de la comunidad a Pedro Cattani. La dirección de la orden franciscana no tardó en pasar a los miembros más prácticos y San Francisco pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa.
Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió las heridas de Cristo en su propio cuerpo; según testimonio del mismo santo, ello ocurrió en septiembre de 1224, tras un largo periodo de ayuno y oración en un peñasco junto a los ríos Tíber y Arno.
Al año siguiente compuso el «Cántico a las criaturas» o «Cántico del hermano sol». Aquejado de ceguera y fuertes padecimientos, pasó sus dos últimos años en Asís, rodeado del fervor de sus seguidores.
San Francisco falleció el 03 de octubre de 1226. En 1228, apenas dos años después, fue canonizado por el Papa Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo.
Su cuerpo fue trasladado a su basílica en 1230, pero fue ocultado por los franciscanos para protegerlo de los invasores sarracenos. La ubicación de su cuerpo quedó en el olvido, y no fue redescubierto hasta casi seis siglos después, en 1818.
Los cordonazos de San Francisco
Los primeros días de octubre de cada año, países como Venezuela, Colombia, Panamá, México, parte del África y la zona norte de Brasil sufren un fenómeno natural llamado «Los cordonazos de San Francisco», un suceso atmosférico que causa fuertes precipitaciones con actividad tormentosa.
Existen varias creencias sobre este fenómeno, pero la más famosa durante la época de la Colonia era que el santo «se quitaba el cordón de su túnica y lo llenaba de truenos para castigar a las personas que habían actuado mal».
Día Mundial de los Animales
Igualmente, todos los 04 de octubre se celebra el Día Mundial de los Animales, en conmemoración a San Francisco de Asís. La celebración de esta fecha fue iniciativa de la Organización Mundial de Protección Animal en 1929.
El Papa Juan Pablo II declaró en 1980 a San Francisco patrono de los animales y de los ecologistas, momento a partir del cual, la celebración tomó más auge a nivel mundial, celebrándose en muchos países con la «bendición de las mascotas».