por: Yesimar Gerdler
23/11/2021 | 7:30 am
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Este martes, 23 de noviembre, se cumplen 165 años del fallecimiento de la heroína de la Guerra de Independencia, Manuela Sáenz, reconocida como la «Libertadora del Libertador» por el propio Simón Bolívar.
Sánez nació el 27 de diciembre de 1795 en Quito, actual capital de Ecuador, dónde pasó sus años de infancia. Debido a su apoyo al proceso de independencia americano, fue internada en el convento de Santa Catalina donde aprendió a leer, escribir y rezar.
Por sus actividades pro-independentistas, José de San Martín, luego de haber tomado Lima con sus milicianos y proclamado su independencia el 28 de julio de 1821, le concedió el título de Caballeresa de la Orden El Sol del Perú.
En 1822 viajó, acompañada de su padre, a su natal Quito para visitar a su madre; conociendo en este lugar a Bolívar, cuando el Libertador hizo su entrada triunfal a dicha ciudad el 16 de junio de 1822.
A partir de ese momento surgió un estrecho vínculo afectivo entre ambos, derivado de sus conversaciones y coincidencias acerca de la campaña libertadora.
En 1823, Manuela acompañó a Bolívar al Perú y estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente hasta culminar la gesta libertadora, cuando se radicaron en la ciudad de Santa Fé de Bogotá.
Durante su estancia en dicha ciudad, el 25 de septiembre de 1828, el Libertador fue objeto de un intento de asesinato, frustrado gracias a la intervención de Manuelita.
Por estas acciones, Bolívar la nombró la «Libertadora del Libertador». Tras las investigaciones posteriores, los responsables del atentado fueron capturados y ejecutados, Francisco de Paula Santander fue acusado de traición, siendo hallado culpable del atentado.
Después de la muerte de Bolívar en 1830, el Gobierno de Santander desterró a Manuela de Colombia por lo que partió hacia el exilio en la isla de Jamaica.
Regresó a Ecuador en 1835, pero no alcanzó a llegar a Quito: cuando se encontraba en Guaranda, su pasaporte fue revocado por el Presidente Vicente Rocafuerte, por lo que decidió instalarse en el puerto de Paita, al norte del Perú.
Durante los siguientes 25 años se dedicó a la venta de tabaco, además de traducir y escribir cartas a los Estados Unidos de parte de los balleneros que pasaban por la zona y de hacer bordados y dulces por encargo.
Sáenz falleció en el año 1856, a los 60 años, durante una epidemia de difteria que azotó la región. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones, para evitar el contagio, fueron incineradas, incluidas una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia.
El 05 de julio de 2010, en el marco de la conmemoración del 199° aniversario de la firma del Acta de Independencia de Venezuela, llegó al Panteón Nacional un cofre que contenía tierra de la localidad peruana de Paita, donde fue enterrada Manuela Sáenz.
Estos restos simbólicos fueron trasladados por tierra atravesando Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela hasta arribar a Caracas, donde reposan en un sarcófago diseñado para tal fin junto al Altar Principal en el que yacen los restos de Simón Bolívar.
Además, se le concedió póstumamente el ascenso a Generala de división del Ejército Nacional Bolivariano por su participación en la guerra independentista.