Por fin podrás saber porque le sigues dando play a la misma canción

A todos nos ha pasado que escuchamos la misma canción una y otra vez pero no sabemos porque, pero eso se acabo pues la ciencia ya tiene una explicación.

Peter Vuust, profesor de la Royal Academy of Music en Aarhus, Dinamarca, líder del Center for Music in the Brain (Centro para la Música en el cerebro) explicó porque esto ocurre.

«La razón por la que nos gusta escuchar música y sentir el deseo de repetir canciones probablemente se deba a que afecta el sistema de recompensa de nuestros cerebros» detalló.

Aseguró que luego de esa explicación, es coherente entender porque se llega a asociar la sensación a estar «drogados» cuando ingerimos alimentos, y un poco más cuando tenemos sexo.

Es la manera en la que la naturaleza y la biología se aseguran de que repitamos las cosas necesarias para sobrevivir.

El sistema de recompensa hace que la música sea, quizás, el producto artístico que reutilizamos más tiempo. »

Se sabe que la música afecta nuestro sistema de recompensa diferente de persona a persona y todo se debe a la dopamina (la droga natural del cerebro) que regula la reacción, sea esta erizarse o no sentir nada al escuchar música.

La razón por la cual escuchamos la misma canción sin parar se podría decir que es debido a una «adicción», como la que todos sufrimos con la comida pero que a diferencia de la comida esta no puede ser dañina.

«Como si tuvieras frente a ti un recipiente con dulces y no pudieras dejar de comerlos, inclusive cuando ya estás satisfecho. Lo mismo ocurre con la música o las drogas. No necesitas todo esto para sobrevivir, pero se logra colar en nuestros sistemas. El aspecto positivo de la música es que no amenaza nuestro sentido de supervivencia.

El profesor agregó que parte de la música que escuchamos se debe a quiénes somos, como nos identificamos con ciertos grupos y una forma de demostrarle al mundo que somo libres.

«Todos usamos la música de formas muy distintas. Algunas personas forman parte de clubes de ópera o van a escuchar ópera juntos. Otros van a partidos de futbol y entonan cánticos en el estadio. Nuestros cerebros son diferentes. Somos igual de diferentes en el interior que en el exterior.»

Finalizando, Peter explicó como la música puede ser dañina, «la música se ha usado como tortura. Por ejemplo, en Guantánamo reproducen una secuencia interminable de heavy metal a los prisioneros, lo cual es realmente incómodo desde el punto de vista cultural y biológico. Personalmente, no creo que haya buena o mala música.»