por: Redacción
20/01/2018 | 10:10 pm
Imagen Referencial - Pixabay
Las maldiciones generacionales a los pecados, o sus consecuencias, podemos haberlos heredados de nuestros padres, es decir, los hijos podríamos estar ejerciendo un pecado que llegó de una atadura espiritual a través de la generación anterior.
Los creyentes no podrán liberarse de esta condición, si no se le practica una sesión de oraciones, imposición de manos y hasta una confesión por parte del afectado. Estas liberaciones pueden durar varias horas llevándose a cabo en templos o retiros espirituales.
Esta enseñanza proviene del texto bíblico y se encuentra en el Éxodo 20, como parte de los 10 mandamientos que recibió Moisés en el Monte de Sinaí.
Entendiendo este texto, se trata de un principio y no de una condición irreversible, es decir, esta no es una sentencia que perdurara para siempre, condenando a padres e hijos.
Un ejemplo sencillo, si un hombre roba, ese pecado no lo afectara solo a él, sino en un sentido real a sus hijos; otro claro ejemplo, si un padre es adicto al cigarro, esto puede ser transmitido a su siguiente generación.
Aunque el Antiguo Testamento establece el principio de la responsabilidad individual, descartando la maldición o atadura transgeneracional, destacando que ningún hijo pagará por los pecados de sus padres.