por: El Tiempo
13/07/2016 | 4:21 pm
Archivo
Bernardo Provenzano, apodado el ‘Tractor’ o ‘Binnu’ u tratturi’, en italiano, fue hasta este miércoles el jefe supremo de la Cosa Nostra, la mafia siciliana. Falleció a sus 83 años, pero dejó una vida rodeada de misterios, acoso y violencia.
El antiguo jefe criminal se encontraba internado en el hospital de San Paolo en Milán (norte de Italia), donde recibía tratamiento por un cáncer que le había sido diagnosticado hacía varios años.
Había sido detenido en el 2006 tras pasar 30 años en la clandestinidad. Fue encarcelado en un régimen estricto de alta seguridad para que cumpliera varias condenas perpetuas, las cuales recibió a causa de la captación que durante décadas hizo del Estado italiano.
Nacido en 1933 en Corleone (Sicilia), bastión histórico de la Cosa Nostra, Provenzano ascendió poco a poco en los escalones de la mafia hasta alcanzar un auge hacia 1970.
Desde entonces, se mantuvo en la clandestinidad donde participó en las decisiones más importantes de la cúpula mafiosa como mano derecha de Toto Riina, el jefe histórico de la mafia, arrestado en 1993, al que sustituyó a partir de entonces.
Ambos eran Corleones, es decir, miembros del clan que dirigió la mafia siciliana con mano de hierro durante más de dos décadas.
Un hombre del delito
En sus últimos años «en activo», la Policía le había incautado cerca de 6.000 millones de euros fruto de su meticulosa labor. Como heredero de Riina, «jefe de todos los jefes», detenido en 1993 probablemente con ayuda de Provenzano, supo equilibrar la brutalidad con diplomacia. Esto sumado a su característica sobriedad, le permitió usar su riqueza para modernizar la estructura criminal de la Cosa Nostra.
En ese sentido, licitaciones públicas y la recaudación del «pizzo» –impuesto extorsivo que pagaban religiosamente los comerciantes– le sirvieron para cimentar un auge de la mafia en la isla de Sicilia. Sin embargo, el tráfico de drogas y sus métodos brutales fue lo que le permitió mantenerse en la cima.
No obstante, esa fortaleza quedó en entredicho cuando fue recluido en la cárcel de máxima de seguridad de Terni, en Umbría (centro de Italia). Allí comenzó a padecer de diabetes, y tan solo un año después de su detención tuvo que ser operado de un tumor de en la próstata.