por: Edgar Pilca
20/09/2025 | 9:30 am
EFE/ Henry Chirinos
Cientos de familias en el estado Zulia han quedado a la intemperie y en suspenso, tras la demoledora explosión en una fábrica de fuegos artificiales que sacudió la localidad de San Francisco el pasado 11 de septiembre.
Con un saldo de al menos 482 viviendas afectadas y 23 heridos, los damnificados claman por una respuesta gubernamental que les permita reconstruir sus vidas desde las cenizas.
El estallido, que según el gobernador Luis Caldera generó una onda expansiva de más de seis kilómetros, dejó un panorama de escombros y desolación.
Entre los afectados se encuentra MarÃa RodrÃguez, de 58 años, quien perdió su hogar y ahora duerme entre los restos para «cuidar lo poco» que le quedó.
«Espero que mi casa sea reconstruida, no cuento con los recursos para esto», declaró a la prensa, reflejando la cruda realidad de quienes no tienen a dónde ir.
El dolor es una constante entre los vecinos. Eleuterio Delgado, de 68 años, lamenta la pérdida de su casa y sufre por su hijo de cuatro años, hospitalizado con una cortadura en el rostro.
«Hay muchas promesas. Hay que esperar», comentó con un dejo de escepticismo, mientras se prepara para pasar la noche en su lugar de trabajo como vigilante.
La tragedia ha provocado una ola de solidaridad, aunque la necesidad de ayuda es apremiante. Darwin Luzardo, de 37 años, quien perdió todo, hace un llamado desesperado para que se colabore con colchones, zapatos y ropa. La urgencia es evidente: los damnificados necesitan artÃculos básicos para enfrentar el dÃa a dÃa.
En medio del caos humano, no se ha olvidado a las mascotas. Leonardo Jiménez, coordinador de la Misión Nevado en Zulia, informó que más de 50 animales afectados han recibido atención médica, un pequeño respiro en esta catástrofe que lo ha consumido todo.
Mientras los heridos se recuperan en hospitales y clÃnicas, los damnificados se aferran a la esperanza de que las promesas se conviertan en acciones y que la reconstrucción de sus hogares no sea solo una quimera.