por: María Fernanda Pérez
18/08/2025 | 5:30 pm
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Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind y actual CEO de Microsoft AI, encendió el debate sobre el futuro de la inteligencia artificial.
En su libro, «La ola que viene», proyecta que la IA dejará de ser una simple herramienta para convertirse en un directivo empresarial autónomo antes de 2030.
Este punto de inflexión, que él llama el «Rubicón» de la IA, marca el momento en que los sistemas de IA se vuelven proactivos y capaces de ejecutar tareas de negocio completas de principio a fin, sin intervención humana directa.
Suleyman argumenta que la clásica Prueba de Turing de 1950, que evalúa la inteligencia de una máquina a través de su capacidad para mantener una conversación, es insuficiente.
Propone una «Prueba de Turing Moderna» que va más allá de lo que una IA puede decir, centrándose en lo que puede hacer. La prueba consiste en que una IA, con una inversión inicial de $100 mil, sea capaz de montar un negocio en Amazon, identificar oportunidades de mercado, diseñar un producto, fabricarlo, comercializarlo y generar ganancias.
De este modo, este desafío complejo y prolongado en el tiempo exige que la IA interprete, juzgue, sea creativa y tome decisiones estratégicas en múltiples ámbitos.
Aunque hoy en día, sistemas de IA como los de generación de imágenes y análisis de mercado ya pueden realizar la mayor parte de este proceso, los trámites legales, como la apertura de una cuenta bancaria, siguen requiriendo la supervisión humana.
Según Suleyman, la capacidad de los agentes autónomos de planificar y coordinar múltiples funciones para alcanzar una meta única, lo que él denomina «planificación jerárquica», podría lograrse completamente de manera autónoma para 2029.
Este avance tendría un impacto profundo en la economía global. Al permitir que la IA opere gran parte de las interfaces digitales que mueven el producto interno bruto, se abriría la puerta a una automatización masiva sin necesidad de robots físicos.