por: María Fernanda Pérez
06/11/2024 | 6:00 pm
Art Almighty-Unsplash
La carrera espacial ha experimentado un renacimiento en las últimas décadas, impulsada en gran medida por la visión de Elon Musk de un futuro con internet de alta velocidad accesible en cualquier rincón del planeta. Su proyecto Starlink, una megaconstelación de miles de satélites diseñados para proporcionar conectividad global, ha sido un hito en este nuevo capítulo espacial. Sin embargo, esta ambiciosa iniciativa ha generado una creciente preocupación entre la comunidad astronómica.
De esta forma, los radiotelescopios, instrumentos fundamentales para estudiar el universo, captan las débiles señales de radio emitidas por objetos cósmicos distantes, desde galaxias lejanas hasta moléculas en el espacio interestelar. La proliferación de satélites, especialmente aquellos pertenecientes a constelaciones como Starlink, ha introducido una fuente de ruido artificial en el espectro de radio, dificultando significativamente las observaciones astronómicas.
«Cada vez que se lanzan más de estos cohetes con estos niveles de emisión, vemos cada vez menos cielo», advirtió Jessica Dempsey, directora de ASTRON.
Lo cierto es que, los satélites Starlink, al ser objetos metálicos en órbita, reflejan la luz solar y pueden aparecer como trazas brillantes en las imágenes astronómicas, contaminando los datos científicos. Además, emiten señales de radio para comunicarse con las estaciones terrestres, lo que genera interferencias directas con los radiotelescopios.
El problema se agrava a medida que se lanzan más satélites. Las nuevas generaciones de satélites Starlink son aún más brillantes y emiten señales de radio más potentes, lo que exacerba el problema de la interferencia. Los astrónomos advierten que si esta tendencia continúa, podría llegar un punto en el que gran parte del cielo nocturno sea inutilizable para la investigación científica.