Así es el Gaslighting: La sutil táctica del abuso emocional

El gaslighting, un término que ha resonado con fuerza en el ámbito de la salud mental y las relaciones interpersonales, es un patrón de abuso emocional sumamente sutil pero profundamente dañino. Se manifiesta cuando una persona es sistemáticamente manipulada para que dude de su propia percepción, juicio y memoria, convirtiéndose en una herramienta crucial para mantener el control en dinámicas tóxicas.

¿Cómo opera esta manipulación?

La técnica del gaslighting consiste en negar hechos que la víctima recuerda con claridad, desestimar sus sentimientos o tacharla de «loca», «demasiado sensible» o «exagerada» ante cualquier queja o reclamo. Frases como «Eso nunca pasó,» «Estás imaginando cosas,» o «Tienes muy mala memoria» son el corazón de esta estrategia.

El objetivo es destruir la confianza de la víctima en su realidad interior. Como resultado, la persona afectada comienza a experimentar altos niveles de ansiedad, confusión, e incluso síntomas depresivos, ya que su base de realidad se ve constantemente socavada por el manipulador.

El origen

Aunque es un fenómeno psicológico antiguo, el término gaslighting proviene de la película clásica de Hollywood de 1944, Gaslight. En la trama, un esposo manipula sutilmente el entorno de su mujer (incluso atenuando las luces de gas de la casa y negando el cambio) para hacerle creer que está perdiendo la razón. Esta narrativa ilustra perfectamente cómo la negación persistente y la alteración de hechos pueden llevar a la víctima a una profunda sensación de locura e incapacidad.

Al inducir la duda y la inestabilidad emocional, el gaslighting sirve para mantener en funcionamiento las relaciones abusivas o dañinas. Al dudar de sí misma, la víctima deja de cuestionar el comportamiento del abusador, volviéndose más dependiente de la «versión de la realidad» que este le ofrece. Reconocer estas frases y patrones es el primer paso vital para romper el ciclo de la manipulación.