por: María Fernanda Pérez
19/11/2024 | 7:30 pm
Wikipedia - Codyrt
En las profundidades de Pensilvania, Estados Unidos, se esconde una de las historias más inquietantes de nuestro tiempo: la de Centralia. Una próspera comunidad minera, que alguna vez bullía de vida, se transformó en un pueblo fantasma, condenado a arder por un fuego subterráneo que parece inextinguible.
Un incendio que no se apaga
Todo comenzó en 1962, cuando un incendio en un vertedero municipal se propagó a las extensas redes de túneles mineros que subyacían a la ciudad. Las vetas de carbón, presentes en abundancia en la región, se convirtieron en el combustible perfecto para un infierno subterráneo que se extendía por kilómetros.
Las consecuencias fueron devastadoras. El calor intenso y los gases tóxicos emanados del subsuelo hicieron inhabitable gran parte de la ciudad. Grietas en el suelo, emanaciones de vapor y temperaturas elevadas se convirtieron en una constante amenaza para los habitantes.
Foto de JohnDS
Ante la imposibilidad de controlar el incendio y el creciente peligro para la salud, los habitantes de Centralia comenzaron a abandonar sus hogares. El gobierno federal ofreció comprar las propiedades, pero muchos residentes se negaron a dejar atrás sus recuerdos y sus raíces.
Sin embargo, la realidad era implacable. El incendio continuaba avanzando, y el peligro de derrumbes y envenenamiento por monóxido de carbono era cada vez mayor. Poco a poco, la ciudad se vació, convirtiéndose en un triste recordatorio de lo que alguna vez fue un próspero centro minero.
Hoy en día, Centralia es un pueblo fantasma. Las casas están abandonadas, las calles están vacías y un aire de misterio y melancolía envuelve el lugar. Se estima que el incendio subterráneo podría continuar ardiendo durante siglos, convirtiendo a Centralia en un lugar inhabitable por mucho tiempo.
¿Por qué es tan difícil apagar el fuego?
La complejidad geológica de la zona, la extensión de las minas y la dificultad de acceder a todas las zonas afectadas por el fuego hacen que sea prácticamente imposible extinguirlo. Además, las altas temperaturas y los gases tóxicos dificultan las labores de los bomberos.
Centralia se ha convertido en un símbolo de la fragilidad de la naturaleza y la capacidad de los fenómenos naturales para transformar drásticamente el paisaje y la vida de las personas.