por: Yorman Sarmiento
11/11/2022 | 9:00 pm
National Geographic
¿Te imaginas un lugar con grandes reservas y calles pavimentadas de oro? ¿Un espacio dónde el preciado mental sea tan común al punto de desperdiciarse?
Pues, se trata de “El Dorado”, una zona mítica en la que se suponía existía este elemento tan codiciado, pero ¿Qué hay de cierto en esto?
La leyenda de “El Dorado” comenzó en el año 1530, en lo que hoy es Colombia, la propuesta la hizo el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, quien fue el primero en hallar a los Muiscas, una sociedad que actualmente se encuentra en el Altiplano Cundibosacense.
La historia de los rituales Muiscas se trasladó hasta Quito por los hombres de Sebastián de Belalcazar lo que, mezclado a otros rumores, fue creando la idea de la leyenda de “El Dorado”, aunque también figuran términos como “El Hombre Dorado”, “El Indio Dorado” y el “Rey Dorado”.
De allí comenzó la idea de que pudiera existir el lugar, el cual podía ser un reino, un imperio o una ciudad legendaria.
A partir de entonces, iniciaron una serie de expediciones con la intención de encontrar esta zona, el primero en ser enviado fue Don Ángel Guerra por la corona de la Reina Isabel la Católica, sin embargo, su viaje no fue exitoso.
Tiempo después le siguió Don Francisco de Orellana y Don Gonzalo Pizarro, quienes partieron desde Quito, en 1541, hacia el Amazonas; según documentos históricos, esta fue la expedición más famosa y triste de todas.
La gran mayoría de los expedicionarios que querían encontrar “El Dorado” murieron en el intento, puesto que el trayecto se realizaba por la selva, lo que unido a la dureza del terreno y la falta de provisiones contribuían con lo complejo del viaje.
Algunas personas suponían que el lugar estaba ubicado en alguna parte de la selva Amazónica, entre Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Bolivia o Brasil.
Hacia el año 1541, un explorador español conocido como Felipe de Utre, también emprendió su inútil búsqueda de “El Dorado” en toda la extensión del Amazonas, en el territorio de Omagua; se estima que muchas de las expediciones no hallaban oro, sino indumentaria con grabados en piedra y motivos andinos.
Para el año 1990 y después de tres años de preparativos e investigaciones, el periodista colombiano, Roberto Tovar Gaitán, hizo lo que nadie hasta el momento, ingresó con un equipo de buzos y cámaras de televisión a una laguna ubicada en Sesquilé, conocida como Guatavita.
En esta ocasión no encontró tampoco oro, sino un buen número de arbustos muertos y pastos petrificados por la acción del frío, lo que dejó pruebas que entre 1900 y 1906, esta laguna se secó por completo.
La travesía de Tovar Gaitán arrojó hallazgos de lo que puede ser el verdadero “Dorado”, que se pudiera encontrar en la lagunita de Siecha, localizada en las adyacencias de la pirámide del Sol Muisca a 35 kilómetros de Guatavita.