por: Elena Velásquez
19/05/2025 | 6:00 pm
Imagen de dominio público Wikimedia Commons
Venezuela alberga una sorprendente variedad de frutas en toda su extensión, pero muchas de ellas todavía son poco conocidas para la mayoría de nosotros.
Es por ello que en esta ocasión te presentamos cuatro frutas venezolanas que tal vez no conocías.
Caimito
Imagen tomada de Wikipedia
También conocida como «manzana estrella» por la apariencia que tiene cuando se le corta por la mitad, es una pequeña fruta redonda que puede tener diferentes colores desde el amarillo, el verde, el morado o el vinotinto.
Su pulpa es muy carnosa, de textura lechosa y sabor dulce, pero debe comerse únicamente cuando el fruto se vea bien maduro.
Curuba
Imagen tomada de Wikipedia
Oriunda de la cordillera de Los Andes, el consumo de esta fruta en el país se remonta hasta la época precolombina y, aunque hoy día no es muy conocida, todavía es cultivada en algunos lugares.
Su apariencia exterior es muy similar a la del cambur, pero por dentro guarda una pulpa amarillenta con semillas como la de la parchita. Justamente, el sabor ácido y su textura también se asemeja a la parchita, por lo que suele emplearse para preparar jugos.
Icaco
Imagen tomada de Wikipedia
Conocido también con los nombres de ajurú-branco, caco, ciruela de algodón, ciruela blanca o hicaco, es el fruto del arbusto homónimo Chrysobalanus icaco L, el cual crece desde Florida (Estados Unidos), hasta llegar a Venezuela y Ecuador, pasando por la Cuenca del Caribe.
El color de la piel del fruto puede variar entre amarillos, rosados, rojos y morados, mientras que su pulpa es blanca y solo un poco dulce, llegando incluso a considerársele como «bastante insípida».
Es muy popular en el Zulia donde se suele usar para preparar unas populares conservas a las que se les llama «dulce de icaco».
Pijiguao
Imagen tomada del portal www.recetasnestlecam.com
El Bactris gasipaes H.B.K, conocido como pijiguao o acaná, es un fruto de palmera cuya cáscara suele variar entre el rojo, el naranja y el amarillo, que desde tiempos ancestrales ha sido empleado como alimento por las etnias indígenas, principalmente los yanomamis.
Es sumamente nutritivo y se considera una fuente de proteínas, aminoácidos y grasas buenas. Tradicionalmente, se consume cocido, pero con él también se puede fabricar harinas, caratos, jugos e incluso mermeladas o postres como conservas, tortas y helados.