por: María Fernanda Pérez
31/05/2025 | 4:00 pm
Foto obtenida de Voces Anónimas
En el bullicioso centro de Caracas, en la parroquia Santa Rosalía, justo en la esquina El Muerto, se alza una visión que atrapa y a veces aterroriza a quienes la contemplan: «El balcón de las muñecas.»
Esta obra, que parece sacada de una película de horror, consiste en un balcón atiborrado de cabezas de muñecas que, con la lluvia, liberan lo que parecen ser lágrimas negras, formadas por el hollín de los vehículos.
Detrás de este impactante balcón se encuentra el artista plástico Etanís González, propietario de la vivienda de tres pisos y el local comercial que la alberga.
González ha dedicado gran parte de su vida a transformar su hogar en una galería personal, aglomerando obras de arte hechas con materiales reciclados. Aunque el artista ha optado por no dar más entrevistas sobre la que los caraqueños conocen como «la casa de las mil cabezas», la historia de su creación es revelada por su hijo, Jonathan González.
El significado detrás de «La Casa de las Mil Cabezas»
Jonathan González explica que la creación de «El balcón de las muñecas» tomó tres años de «mucha paciencia», colocando «una a una» las innumerables cabezas.
La motivación principal detrás de esta obra, y de gran parte del arte que adorna la casa, es la revalorización de la basura y el reciclaje.
«Nos basamos en la basura, en darle importancia al reciclaje, lo que para algunos es basura para otros puede servir como material de apoyo o para realizar una obra», detalla Jonathan.
Foto obtenida de Voces Anónimas
¿Terror o arte?
La obra no deja a nadie indiferente y genera diversas reacciones entre los vecinos. Carolina Martínez, una residente de la zona, expresa su fascinación.
«Me encanta, aunque es un poco aterradora. Me parece que nos muestra cómo nos contamina la ciudad; las muñecas están llenas del hollín de los carros, de la suciedad de la ciudad y cuando llueve sueltan lágrimas negras, como si sintieran dolor de tanta contaminación», explica.
Si bien circulan rumores de que la casa está ligada a prácticas de magia negra, la mayoría de los vecinos desmienten estas versiones, atribuyéndolas a quienes «pareciera que no tienen nada que hacer.»
En contraste, defienden a la familia González, describiéndolos como «bohemios, muy buenas personas».