Detrás de la Corona: Así fueron las vidas de las esposas de Enrique VIII

La National Portrait Gallery de Londres sumerge a los usuarios en un fascinante viaje a través de las vidas de las seis esposas de Enrique VIII, desvelando facetas desconocidas de estas mujeres que han sido marcadas por la historia como víctimas de un monarca caprichoso.

De este modo, la exposición, que reúne más de 140 obras de arte, busca romper con la visión estereotipada de estas mujeres como meros peones en el juego de poder de Enrique VIII. A través de retratos, documentos y objetos personales, se nos presenta una visión más humana y compleja de cada una de ellas.

¿Quiénes fueron?

Catalina de Aragón, la primera esposa, era una princesa española de carácter fuerte. Desafortunadamente, Enrique VIII la dejó de lado para casarse con la joven y encantadora Ana Bolena. Ana, con su inteligencia y belleza, soñaba con tener un hijo varón que asegurara el futuro de su familia.

Sin embargo, su sueño se truncó cuando fue acusada de adulterio y más adelante ejecutada en la guillotina. 

(Collection of Odawara Art Foundation © Hiroshi Sugimoto)

Después de Ana, llegó Juana Seymour, una mujer dulce y sencilla que solo deseaba complacer a su esposo. Lamentablemente, murió poco después de dar a luz al hijo que Enrique tanto anhelaba.

Ana de Cléveris, una princesa alemana, fue escogida por Enrique VIII más por conveniencia política que por amor. Su matrimonio fue anulado y ella pudo vivir una vida tranquila.

Catalina Howard era joven y despreocupada, y su falta de experiencia la llevó a cometer errores que la costaron la vida. Por último, Catalina Parr, la más inteligente y culta de todas, logró sobrevivir al reinado de Enrique VIII y se convirtió en una figura importante durante el reinado de su hijastro.

La vida de estas mujeres fue una montaña rusa. Algunas fueron víctimas de las intrigas de la corte, otras de la ambición de Enrique VIII, y todas, sin excepción, sufrieron las consecuencias de vivir en una época donde el poder y la política lo eran todo.