por: Edgar Pilca
23/03/2025 | 4:00 pm
Tim Gouw en Pexels
El cortisol, una hormona esteroidea producida por las glándulas suprarrenales, es fundamental para la vida. Conocida como la «hormona del estrés», su liberación se activa en situaciones de tensión, preparando al cuerpo para la acción. Sin embargo, su papel va mucho más allá, influyendo en múltiples procesos fisiológicos.
En momentos de estrés, el cortisol aumenta la disponibilidad de glucosa en sangre, proporcionando la energÃa necesaria para enfrentar desafÃos. Esta respuesta de «lucha o huida» es crucial para la supervivencia.
Además, el cortisol regula el metabolismo de carbohidratos, grasas y proteÃnas, asegurando un suministro constante de energÃa. También modula la respuesta del sistema inmunitario, aunque niveles excesivos pueden debilitarlo. Asimismo, contribuye a mantener la presión arterial y regula el ciclo sueño-vigilia, asegurando un descanso reparador.
A pesar de su importancia, el cortisol puede convertirse en un enemigo silencioso cuando sus niveles se mantienen elevados de forma crónica. El estrés prolongado, un estilo de vida sedentario o una mala alimentación pueden desencadenar esta situación.
El exceso de cortisol favorece el almacenamiento de grasa, especialmente en el abdomen, lo que aumenta el riesgo de obesidad y enfermedades metabólicas. Además, interfiere con el sueño, provocando insomnio y fatiga crónica.
Un sistema inmunitario debilitado por el cortisol elevado es más vulnerable a infecciones y enfermedades. También se ha asociado con trastornos del estado de ánimo como ansiedad y depresión, afectando la calidad de vida.
El riesgo de enfermedades cardiovasculares, como hipertensión y problemas cardÃacos, también aumenta. Otros efectos incluyen dificultad para concentrarse, problemas de memoria y trastornos digestivos.
Afortunadamente, existen estrategias para mantener el cortisol bajo control. El manejo del estrés a través de técnicas de relajación como la meditación, el yoga y la respiración profunda es fundamental.
El ejercicio regular, el sueño adecuado y una dieta equilibrada también juegan un papel crucial. Dedicar tiempo a actividades placenteras y cultivar relaciones sociales positivas contribuyen a reducir el estrés y promover el bienestar.