El inusual funeral de Pío XII: Su cuerpo se descompuso y explotó en el ataúd

La historia de los funerales papales está marcada por tradiciones solemnes y rituales centenarios, sin embargo, el funeral del Papa Pío XII en 1958 se desvió drásticamente de lo esperado, convirtiéndose en un relato inusual y macabro que aún genera asombro.

A diferencia de los elaborados embalsamamientos que se practicaban en el pasado para preservar el cuerpo del pontífice para la veneración de los fieles, el cuerpo de Eugenio Pacelli, Pío XII, no fue sometido a estos procesos de manera adecuada.

El médico personal del Papa intentó un tratamiento de embalsamamiento que resultó ser un fracaso.

Según relatos de la época y testimonios posteriores, el cuerpo de Pío XII, expuesto al calor del verano romano, comenzó a descomponerse de manera acelerada.

La situación se tornó grotesca cuando el cuerpo, hinchado y descolorido, adquirió una tonalidad oscura, casi negra

Pero el punto culminante de este macabro episodio ocurrió durante el traslado del féretro a la Basílica de San Pedro; debido a la acumulación de gases producto de la descomposición, el ataúd sellado explotó con un fuerte estruendo.

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El olor nauseabundo que emanó del féretro invadió el ambiente, generando consternación y repulsión entre los presentes, incluyendo cardenales y dignatarios.

Este incidente sin precedentes obligó a tomar medidas drásticas. El ataúd fue sellado nuevamente de forma improvisada, y el cuerpo, en un estado avanzado de descomposición, fue finalmente sepultado en las Grutas Vaticanas.

El accidentado funeral de Pío XII contrastó fuertemente con la solemnidad habitual de estos eventos y generó diversas reacciones y especulaciones. A

lgunos lo interpretaron como un signo divino o un juicio sobre su pontificado, mientras que otros lo atribuyeron simplemente a un error en el proceso de embalsamamiento.