por: María Fernanda Pérez
19/04/2024 | 6:00 pm
Semana
El ojo turco, también conocido como nazar, es un amuleto con una mirada penetrante que ha cautivado a culturas del Mediterráneo durante miles de años. Su diseño, un ojo azul con círculos blancos y negros, encierra una historia tan fascinante como sus propios colores.
Los orígenes del amuleto se pierden en el tiempo; con diferentes teorías que apuntan a su nacimiento en la antigua Mesopotamia, la tierra de las pirámides de Egipto, o incluso en las antiguas Grecia y Roma.
Algunos creen que llegó a Turquía a través del Imperio Bizantino, fusionándose con las creencias locales sobre el mal de ojo.
Lo cierto es que las primeras historias sobre el «mal de ojo» fueron escritas en tablas de arcilla del año 3.000 a.C.. Las piedras de ágata eran utilizadas para proteger a quienes las tuviesen contra malas energías, siendo incluso encontradas en sepulcros reales en Ur.
Mucho más que estética
Los colores del ojo turco no son solo un capricho visual, cada uno tiene un significado profundo:
Más que una simple joya, se lleva como un escudo personal, ya sea en collares, pulseras o llaveros. Se coloca en hogares y negocios para alejar la mala suerte y las malas vibraciones.
Su uso se ha extendido por todo el mundo, convirtiéndolo en un símbolo reconocido a nivel internacional.
Sin lugar a dudas, el ojo turco es un recordatorio tangible de la sabiduría ancestral y las creencias que han dado forma a las culturas del Mediterráneo.
Es un símbolo de protección, esperanza y buena suerte que continúa transmitiéndose de generación en generación, con una mirada que sigue viva a través del tiempo.