por: María Fernanda Pérez
10/08/2024 | 7:30 pm
Red
La reina Isabel I de Inglaterra, conocida como «La Reina Virgen», es recordada por su reinado exitoso, su astucia política y su icónica imagen: cabello rojo vibrante y rostro pálido como la porcelana.
Lo que muchos no saben es que este aspecto tan característico no se debía a la genética, sino a un producto cosmético tóxico llamado «blanc de ceruse» (albayalde de Venecia).
Este producto, popular en la época renacentista y barroca, era utilizado para blanquear la piel y darle un aspecto de porcelana, considerado un ideal de belleza en ese entonces.
Desafortunadamente, el «blanc de ceruse» estaba compuesto principalmente por carbonato de plomo, un elemento altamente tóxico. Al aplicarlo sobre la piel, el plomo era absorbido por el organismo, causando una serie de graves daños a la salud.
La reina Isabel I, obsesionada con mantener su imagen de belleza, utilizó «blanc de ceruse» durante muchos años. Las consecuencias de esta exposición prolongada al plomo no tardaron en manifestarse:
Debido a esto sufría de acné, manchas oscuras y erupciones cutáneas. Además, experimentó dolores de cabeza, pérdida de cabello y problemas de visión.
Sus órganos también se vieron afectados. De hecho, se cree que el plomo afectó su sistema reproductivo, contribuyendo a su infertilidad, y posiblemente, a su muerte prematura por cáncer de ovario.