por: Edgar Pilca
29/09/2025 | 8:30 pm
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La figura del ángel, ese ser de espíritu puro y elevada voluntad, ha trascendido siglos y culturas, consolidándose como un pilar fundamental en las narrativas religiosas.
La palabra que los define, «ángel», proviene del término griego «ángelos», cuyo significado es, precisamente, «mensajero».
A pesar de ser conceptualizados como seres sin cuerpo ni sexo definido, la iconografía popular los ha inmortalizado a través de siluetas masculinas, fuertes y dotadas de alas, rasgos con los que son comúnmente identificados en la actualidad.
De acuerdo con las escrituras bíblicas, los ángeles superan a los humanos en poder y habilidad. Su existencia se ubica en el reino espiritual, un plano superior al universo físico.
Si bien las opiniones sobre su realidad varían, su rol es vital en religiones como el judaísmo, el cristianismo y el islam. En el cristianismo, en particular, se les atribuye la misión de ser embajadores de Dios, una idea que ha evolucionado desde los primeros asentamientos como Roma.
La Angelología, disciplina dedicada al estudio de estos seres, los ha catalogado históricamente como los guardianes de la raza humana, intercediendo constantemente por las personas en la Tierra.
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La clasificación
La angelología establece una jerarquía compleja, dividiendo a los millones de ángeles sugeridos por la Biblia en nueve coros celestiales, organizados en tres esferas con misiones específicas:
I. Primera Esfera: los coros celestiales
Estos coros se dedican directamente al servicio y la contemplación de Dios.
II. Segunda Esfera: los gobernadores celestes
Estos ángeles tienen la misión de mantener el orden y ejecutar las leyes divinas en el cosmos.
III. Tercera Esfera: los mensajeros de Dios
Esta esfera concentra a los seres directamente involucrados con la guía y protección de la humanidad y el planeta.
Aunque cada esfera posee una misión específica, la fe en su existencia se mantiene firme en la creencia de que todos ellos cumplen el propósito supremo de interceder por la humanidad.