por: Yorman Sarmiento
02/03/2023 | 6:00 pm
Religión Libertad
Desde hace muchos años se ha tenido la creencia de que la iglesia, en alguna ocasión, prohibió a las personas leer la biblia, por lo que existen cientos de conjeturas en relación al motivo de esta limitante.
En este sentido, el biblista John Barton aseguró que un antiguo estereotipo impedía que los laicos tuvieran acceso al texto biblíco, hasta que los protestantes reclamaron el derecho a saber que escondían sus líneas.
Sin embargo, Barton argumentó que la biblia fue un libro que estaba disponible en gran parte de la Edad Media, “al menos, en teoría, considerando que, siendo una gran parte de la población analfabeta, pocos podían leerla por sí mismo. Además, producir un manuscrito de la Biblia era un proceso muy costoso”, contó el biblista.
No obstante, en 1.229 se conoce que el Concilio de Toulouse prohibió a los laicos tener copia de la biblia, mientras que en años más tarde el Concilio de Tarragona emitió una orden en la que se pedía quemar los volúmenes de textos sagrados que estaban traducidos al idioma vernáculo, aunque este tipo de limitantes solo abarcaban a un número mínimo de áreas de Europa.
Ya en el año 1.471 se publicó la edición de una biblia traducida al italiano por el monje camaldulense Nicoló Malermi, para la fecha se trató de una acción legal, así que personas podían acudir a cualquier librería para adquirir un ejemplar de la obra.
Sin embargo, en la Edad Media uno de los mayores obstáculos que impedía a los laicos tener acceso a los textos bíblicos era que muchos no sabían leer, además de los costos del material.
Posteriormente, en la Edad Moderna se conoció del Índice de Libros Prohibidos, los cuales enumeraban 45 ediciones de la Biblia en latín, cuya adquisición estaba prohibida, puesto que estaban acompañadas de notas dirigidas a doctrinas protestantes.
Pero las disputas entre creyentes y protestantes acerca de la lectura de la biblia hicieron cada vez más curioso el saber que escondían estos escritos, por lo que se generaron cientos de polémicas en relación al tema.
Finalmente, ya en 1.920, con la encíclica Spiritus Paraclitus, el Papa Benedicto XV argumentó que era de vital importancia el estudio de la biblia, así que invitó a los fieles para que se familiarizarán con el Antiguo Testamento.