por: María Fernanda Pérez
25/06/2024 | 6:00 pm
Universidad Nómada
La lobotomía, un procedimiento médico controvertido que se practicó en la primera mitad del siglo XX, representa un capítulo oscuro en la historia de la medicina. Conocida como «meter una aguja en el cerebro y agitarla», esta práctica buscaba tratar una variedad de enfermedades mentales, como la esquizofrenia, la depresión y la ansiedad.
Orígenes y auge
El desarrollo de la lobotomía se atribuye al neurocirujano portugués Egas Moniz en la década de 1930. Basándose en la observación de que algunos pacientes con lesiones en el lóbulo frontal experimentaban mejoras en sus síntomas psiquiátricos, Moniz diseñó un procedimiento para destruir deliberadamente esta región del cerebro.
El procedimiento ganó popularidad rápidamente en Estados Unidos y Europa durante las décadas de 1940 y 1950. Se la consideraba una cura milagrosa para diversas enfermedades mentales y se estima que se realizaron entre 50 mil y 100 mil lobotomías en todo el mundo durante este período.
Críticas y declive de la práctica
Sin embargo, el método no estuvo exento de críticas. A medida que se realizaban más procedimientos, se evidenciaron graves efectos secundarios, como convulsiones, cambios de personalidad y deterioro cognitivo. En algunos casos, incluso fue fatal.
Además, era cuestionada por ser una forma de violencia médica y por utilizarse para controlar a pacientes que no podían consentir el procedimiento.
A partir de la década de 1950, el desarrollo de medicamentos antipsicóticos más efectivos, como la clorpromazina, marcó el declive de la lobotomía. En la actualidad, se considera una práctica médica obsoleta y no se realiza en ningún lugar del mundo.
Legado
Sin lugar a dudas, la lobotomía sirve como un recordatorio de los peligros de la pseudociencia y la medicina no ética. Es una lección importante sobre la necesidad del consentimiento informado, la protección de los derechos de los pacientes y la búsqueda de tratamientos médicos basados en evidencia.