por: Yesimar Gerdler
31/12/2022 | 6:00 pm
Pixabay
Si eres de los que pensaban que las rosas rojas eran completamente naturales, has vivido engañado toda la vida. En realidad, ese tono intenso es producto de una mutación genética.
Entre la diversa cantidad de especies silvestres de rosas, no hay ninguna de color rojo. Ese color está ausente en los rosales que crecen naturalmente, es decir, sin ser cultivados.
Esto se debe a que el rosal silvestre no tiene el gen que produce el pigmento rojo. Esa tonalidad se produjo alrededor del año 1930 debido a una mutación genética.
Debido al amplio cultivo de esta flor, el gen pelargonidina se incorporó rápidamente en el resto de las rosas modernas.
A partir de ese momento hubo un nuevo color en los rosales, al igual que sucedió en el año 1900 cuando se produjo la rosa de color amarillo brillante.
Desde ese momento, los floricultores han buscado producir la tan famosa rosa azul, pero al igual que sucede con las rojas, el gen que produce el azul, la delfinidina, no aparece de forma natural en la familia de los rosales.
Sin embargo, en el año 2004, después de años de investigación y cooperación entre una empresa australiana y una japonesa, se creó mediante ingeniería genética una rosa «azul». Con todo, aún falta conseguir una tonalidad más intensa.