por: Elena Velásquez
30/04/2025 | 6:00 pm
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Hoy en día, el pasaporte es un documento personal de suma importancia. Su rol para determinar la identificación de las personas es crucial, principalmente, al momento de viajar a otros países, pero ¿sabías que existe una isla donde este documento está siendo utilizado como una herramienta para cuidar de la población?
En en el Océano Pacífico Central, entre las pequeñas porciones de tierra que componen a la Micronesia, se encuentra la isla de Nauru: una de las más pequeñas naciones insulares del Pacífico que, curiosamente, ha hallado en su pasaporte una opción para proteger a sus ciudadanos del incremento del nivel del mar.
¿Cómo es posible que un documento de identificación sea usado para proteger a la gente de una situación derivada del cambio climático? La respuesta es simple: a través de la recolección de dinero que se genera de la venta del mismo.
Esta fue la idea del Gobierno actual de la isla que, a través de un programa denominado «pasaportes dorados», ha optado por vender su ciudadanía a extranjeros para conseguir los dividendos necesarios para «trasladar a sus habitantes a zonas más seguras».
Según las proyecciones reveladas por el propio Presidente de Nauru, David Adeang, se espera que la venta de ciudadanías «genere alrededor de US$5,6 millones en el primer año, incrementándose a US$42 millones anuales»; una cifra que, de concretarse, podría llegar a ser el 19% de los ingresos gubernamentales.
Por ello, actualmente esta pequeña isla ofrece a los extranjeros la oportunidad de adquirir su pasaporte, que permite el ingreso sin visado a 80 naciones del mundo, por un precio de 105 mil dólares. Sin embargo, no todos los individuos pueden optar por este beneficio, pues la opción de compra está negada «a personas con determinados antecedentes penales», para evitar que los delincuentes puedan usar su ciudadanía para cometer delitos en otros países.
De lograr las cifras estimadas, las autoridades de Nauru esperan poder llevar a al menos 12 mil 500 de sus 13 mil habitantes hacia «áreas más altas y protegidas», en vista de que debido a la crisis climática, la isla de solo 21 kilómetros cuadrados «se ve afectada por la erosión debido a su baja altitud y al aumento del nivel del mar» y la mayoría de la población habita las zonas costeras porque la explotación histórica de fosfato «ha dejado inhabitable» el 80% del territorio.