por: Elena Velásquez
04/11/2024 | 7:30 pm
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Las ballenas son la especie animal más grande que conocemos en la actualidad. En la mayoría de los casos, su envergadura y volumen suelen ser las características «más resaltantes» que nos resultan curiosas, pero hay otro atributo mucho más sorprendente que su tamaño: su rol en el combate del cambio climático.
Aunque pueda parecer «sorprendente», las ballenas, junto con los delfines, son «aliados del clima» debido a su capacidad para «almacenar» enormes cantidades de carbono (CO2)a lo largo de su vida, lo que potencia «la capacidad del océano para fijar, almacenar y ‘secuestrar’ carbono».
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Según los expertos, las ballenas azules pueden almacenar hasta 63 toneladas de CO2, mientras que las ballenas rorcual aliblanco, también conocidas como ballenas minke común, pueden acumular unas 2,2 toneladas de CO2 cada una mientras viven.
Sin embargo, su función a favor del clima no termina cuando fallecen, puesto que como la mayoría de las veces, estos animales mueren en mar adentro, sus cuerpos «se hunden en el fondo del océano, sacando el carbono de la atmósfera durante siglos, o incluso milenios».
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A propósito de esto, el director de Ballenas Verdes de la organización benéfica mundial «Whale and Dolphin Conservation», Ed Goodall, asegura que «el carbono de la carcasa [de las ballenas] se descompone y es consumido por todo tipo de especies, y luego se almacena y recicla entre la comunidad bentónica o se queda en los sedimentos, donde puede permanecer secuestrado durante miles, quizás incluso millones de años»; por ello, se considera que «aunque un átomo de carbono puede llegar a muchos lugares; en general, se queda en las profundidades marinas».
Asimismo, indica que estos cetáceos también «son una parte importante de la compleja red de vida marina que hace del océano el mayor sumidero de carbono del planeta, moviendo nutrientes vitales que estimulan el crecimiento del fitoplancton».