Reencuentro

April Epner es una maestra de 39 años que ve cómo su simple y estable vida empieza desmoronarse. Hace un año, April se casó con Ben, un vecino un poco más joven que enseña en el mismo colegio que ella. El reloj biológico de April sigue marcando las horas y quiere quedar embarazada enseguida, a pesar de la presión que ello implica en su matrimonio. Su madre intenta convencerla de que adopte, pero insiste en tener un hijo suyo, ya que ella fue adoptada y siempre sintió que le faltó algo a su vida, y no quiere que su hijo pase por lo mismo. Pero sus intentos acaban en desastre y todo se derrumba a su alrededor. Ben le dice que fue un error casarse, quiere separarse. Cree que nada puede ir peor, pero su madre muere y se queda totalmente sola. La vida de April da otro vuelco cuando de pronto aparece su auténtica madre, a la que nunca ha querido conocer, pero a la que siempre ha echado de menos. Bernice Graves es lo opuesto a la madre adoptiva de April y a ella misma. Bernice es la anfitriona de un programa de televisión local, cuyo éxito se basa en la intimidad instantánea y el candor enlatado.

Para completar su crisis existencial, Bernice quiere recuperar el tiempo perdido mediante un bombardeo de preguntas y consejos, recalcando más sus diferencias. Bernice es sociable, April retraída. Bernice es exagerada, April más que discreta. Bernice llega como un personaje sacado de un cuento, pero April no sabe si se trata del hada madrina o de la bruja malvada.

Del mismo modo que una madre llega cuando otra se va, también un hombre sustituye a otro. Después de la marcha de Ben, la protagonista conoce a Frank, el amable y atractivo padre de uno de sus alumnos. También acaba de separarse y, como April, desea conocer a otra persona, pero está desilusionado. Es obvio que los dos son compatibles y podrían intentarlo, pero hay un impedimento. April se entera de que está embarazada como resultado de un encuentro de despedida con Frank (o, como lo llama Bernice, «sexo de separación»). Y su vida da un tercer vuelco, pero éste no será el último.