No cree en el amor pues su relación con Rogelio, el papá de Alberto la dejó marcada. Ahora ella vive, respira y muere por su hijo, que es lo mejor que le ha podido pasar. La vida para ella no ha sido sencilla, pero sabe potenciar esos pocos momentos de dicha para que perduren y le saquen una sonrisa. Desde siempre se ha enfrentado y le ha puesto la cara a las dificultades.