por: Yesimar Gerdler
16/11/2018 | 9:30 am
Este viernes, 16 de noviembre, se celebra el Día Internacional del Flamenco en conmemoración a la fecha en que fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Este nombramiento fue realizado por el organismo internacional el 16 de noviembre de 2010. Por este motivo, la Junta de Andalucía, España, decidió un año más tarde instituir esa fecha como Día Internacional del Flamenco, con el fin de reivindicar la condición del arte flamenco «como manifestación cultural única y múltiple».
El flamenco es un género musical español cuyas principales facetas son el cante, el toque y el baile, contando también con sus propias tradiciones y normas.
Su origen, tal y como lo conocemos hoy en día, se remonta al siglo XVIII, aunque prácticamente no hay datos relativos a esas fechas y las manifestaciones de esta época son más propias de la escuela bolera que del flamenco.
El flamenco, además de ser una creación popular, es una actividad profesional basada en una disciplina artística exigente y completa, muy representativa en teatros de todo el mundo.
Este género expresa toda una gama de sentimientos y estados de ánimo, pena, alegría, tragedia, temor, entre otros, mediante palabras sinceras y expresivas, caracterizadas por su concisión y sencillez.
El baile flamenco expresa también toda una serie de emociones, que van desde la alegría hasta la tristeza. Su interpretación y técnica es diferente, según de quién lo interprete: si es el hombre, el baile recurrirá a más fuerza, recurriendo sobre todo a los pies; y si es una mujer los movimientos son más sensuales.
Todo ello es acompañado con el toque de la guitarra flamenca además de otros instrumentos como las castañuelas, y también con palmas y taconazos.
El flamenco se interpreta con motivo de la celebración de festividades religiosas, fiestas privadas, rituales, etc. Es un signo de identidad de numerosos grupos y comunidades.
Su popularidad en Hispanoamérica ha sido tal que en países como Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Venezuela y Puerto Rico han surgido diversas agrupaciones y academias.