por: Josmeily Yzquiel
30/10/2022 | 4:00 pm
Mundo prehistórico
Según científicos, descubrieron un corazón de 380 millones de años preservado dentro de un pez prehistórico fosilizado, afirmando ser un momento clave en la evolución del órgano.
El corazón se situaba en el fósil de un pez conocido como gogonasus, que en la actualidad está extinto. Este hallazgo fue realizado en Kimberley, Australia, y publicado en la revista Science.
La científica y profesora de la Universidad de Curtin, en Perth, Kate Trinajstic, declaró a la BBC, que al momento del hallazgo «estábamos agrupados alrededor de la computadora y reconocimos que había un corazón y casi no podíamos creerlo».
Habitualmente, al encontrar fósiles solo se aprecian los huesos de algún animal, pero en esta ocasión se encontraron tejidos blandos, alegando que han estado en conservación debido a los minerales que contienen.
Asimismo, el profesor de la Universidad de Flinders, en Adelaide, John Long, definió este descubrimiento como «alucinante y asombroso».
«Nunca se había sabido nada de los órganos blandos de animales tan antiguos, hasta ahora», expresó.
Por su parte, este pez encontrado es el primero de una clase de peces prehistóricos llamados placodermos, estos poseían mandíbulas y dientes, además tenían la capacidad de crecer hasta nueve metros de largo.
Durante 60 millones de años, esta especie logró ser la forma de vida dominante del planeta, su existencia se desarrolló más de 100 millones de años antes de los primeros dinosaurios en la Tierra.
En cuanto a los escaneos de los restos del pez, los expertos detallaron que el corazón era más complejo de lo esperado para estos peces primitivos, ya que contaban con dos cámaras, una estructura muy similar a la del corazón humano, por lo que asumen que fue un motivo del que el corazón del animal fuera más eficiente.
Mediante la observación también se percataron que la posición del corazón estaba mucho más adelante en el cuerpo comparados con peces más primitivos.
Igualmente, la líder mundial en placodermos e independiente del equipo del profesor Trinajstic, Zerina Johanson, calificó el hallazgo como «un descubrimiento extremadamente importante».
«Muchas de las cosas que ves las tenemos en nuestros propios cuerpos; mandíbulas y dientes, por ejemplo (…) Vemos la primera aparición de las aletas delanteras y las aletas en la parte posterior, que eventualmente se convirtieron en nuestros brazos y piernas; hemos visto muchas cosas en estos placodermos que hoy vemos en nuestra propia evolución, como el cuello, la forma y disposición del corazón y su posición en el cuerpo», expresó.
El doctor también independiente del grupo investigativo, Martin Brazeau, manifestó que los peces estudiados «son parte de nuestra evolución. Esto es parte de la evolución de los humanos y otros animales que viven en la tierra y los peces que viven en el mar hoy».