por: Yorman Sarmiento
21/04/2025 | 5:00 pm
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La Antártida es testigo de un fenómeno visualmente impactante y científicamente significativo: la «nieve de sangre».
Se trata de una coloración rojiza o rosada de la nieve, la cual, lejos de ser un evento aislado o producto de contaminación, es un proceso natural vinculado con la proliferación de microscópicas algas de nieve, cuyo aumento está directamente relacionado con el cambio climático.
Contrario a lo que su nombre sugiere, la «nieve de sangre» es causada principalmente por la microalga Sanguina nivaloides, la cual ha desarrollado la capacidad de producir un pigmento rojo intenso, la astaxantina, que actúa como un protector solar natural, permitiéndole sobrevivir a la intensa radiación ultravioleta durante los meses más cálidos, cuando el deshielo comienza y las condiciones para su reproducción se vuelven favorables.
Si bien la astaxantina es vital para la supervivencia de las algas, su presencia tiene consecuencias ambientales significativas.
La nieve teñida de rojo absorbe mucha más luz solar que la nieve blanca, que refleja hasta el 90% de la radiación, esta mayor absorción de calor acelera el derretimiento de la nieve y el hielo, exponiendo más superficie oscura de tierra o agua, lo que a su vez incrementa la absorción de