por: 20minutos.es
18/07/2016 | 10:48 am
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Acostarse con unas copas de mal no es buena idea. Pese a frases hechas como ‘dormir la mona’ indican que el alcohol nos sumerge en un sueño profundo y duradero, la realidad dice todo lo contrario.
La revista Time recoge en un artículo algunas de las claves de este asunto. Un consumo moderado sí que puede ayudar a conciliar el sueño, pero por definición, el alcohol presenta incompatibilidades con el sueño profundo y reparador.
La fase REM del sueño, la que se produce aproximadamente una hora y media después de dormirse, es la que registra los sueños y la que es fundamental para aspectos como estar alerta de día, tener buena capacidad de aprendizaje o memoria. El consumo de alcohol afecta directamente esta fase. Así lo afirma Philip Gehrman, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Pennsylvania: «Básicamente, el alcohol es un supresor de la fase REM, así que cuanto más alcohol consumimos, menos REM tenemos». Play Unmute Fullscreen
Pero no sólo eso. El consumo de alcohol provoca ardor, porque es un depresor del esfínter esofágico inferior, el músculo que comunica estómago y esófago. Al estar relajado, se mantiene abierto y provoca que los ácidos del estómago suban hacia arriba y provoquen ardor.
Otro aspecto negativo: el alcohol es diurético. Eso puede provocar que tengamos la necesidad de levantarnos para ir al baño con más frecuencia si hemos bebido, hecho que puede afectar el ciclo de sueño.