por: Inés Reyes
04/08/2017 | 9:15 pm
AP
A los ocho meses de embarazo, Mariana Limachi acudió a una revisión médica a un hospital de El Alto, Bolivia, pero se le erizó la piel cuando el doctor le dijo que su bebé tenía el cordón umbilical enredado y le harían una cesárea.
Limachi, una mujer aymara de 28 años, no quería que una cirugía la dejara en cama y le impidiera trabajar, así que optó por seguir con una tradición entre las mujeres indígenas de su país: recurrir a una partera.
La partería se ha practicado desde hace miles de años y aún es común en varios países del mundo.
En Bolivia las parteras son parte fundamental de la medicina tradicional y su práctica está muy arraigada en la zona rural. De hecho, muchas mujeres consideran a las parteras como miembros de su familia y les llaman “tías”.
La “tía” que recibió al bebé de Mariana Limachi se llama Ana Choque. A sus 58 años, es una mujer bajita de ojos rasgados, trenzas y manos pequeñas y arrugadas.
Unas semanas después de su visita al hospital, Limachi dio a luz a su primogénito Abraham con ayuda de Choque en un cuarto de ladrillo y lámina, para lo que sólo necesitó aceite de girasol, servilletas de papel, hojas de coca y un trapo blanco.
“¿Está bien?”, preguntó Limachi cuando nació su bebé pero no lo escuchó llorar.
Desde donde estaba no veía nada, sólo unas lágrimas en el rostro de su esposo. Mientras tanto, Choque se afanaba en algo más: con el bebé en brazos, tomó el cordón umbilical y lo desenredó de su cuello, le frotó el pecho con las manos y tras una palmada en su pequeño trasero, la criatura lanzó un llanto que rompió la tensión.
Las mujeres bolivianas que como Limachi prefieren alumbrar en casa suelen descartar los hospitales por tradición familiar y cultural.
Algunas de ellas temen quedarse imposibilitadas de trabajar tras una cesárea o simplemente no están habituadas a la sala fría de un sanatorio ni a personal médico ajeno a su entorno.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), éste es el tercer país en encabezar las cifras de muertes por esta causa en el continente detrás de Haití y Guyana.