por: María Fernanda Pérez
11/06/2023 | 6:00 pm
El Economista
Hasta un 30% incrementó desde 2019 el número de personas que padecen hambre en América Latina y el Caribe, como consecuencia de la pandemia ocasionada por el Covid-19, la crisis climática y la guerra en Ucrania, entre otros aspectos.
En este contexto, Mario Lubetkin, subdirector general y representante regional para América Latina y el Caribe de la FAO, aseguró que “hay más de 56 millones de personas en una situación de hambre”, cifra que represente un 30% más que las 43 millones que había en 2019.
Asimismo, enfatizó en que el factor climático es cada vez más “pesado” y que en oportunidades, en la región, así como en Europa, se dan combinaciones “dramáticas” de sequías e inundaciones, por lo que es fundamental “proteger a los productores.”
“El encarecimiento de los precios surge a partir de la destrucción completa de plantaciones, pero también es la afectación tremenda de los pequeños productores de la agricultura familiar, entonces es un doble efecto”, destacó.
De este modo, propuso “prevenir lo previsible y mitigar lo mitigable”, con el objetivo de preparar a los productores más pequeños y a la agricultura familiar de un escenario que “puede afectar terriblemente terriblemente.”
Alentó a los Gobiernos e instituciones internacionales a prepararse para “ayudar económicamente.”
“Primero, afrontar el momento de la mejor forma posible; segundo, generar fondos adecuados para absorber el impacto al operario, y tercero, que los actores, en este caso Gobiernos y el sector público y privado, logren absorber parcialmente el impacto de los precios que va a ir directamente sobre el consumidor final”, expresó.
Proyección en otras regiones
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la inseguridad alimentaria aguda se deteriorará aún más en 22 países y se prevé que aumente de magnitud y gravedad en los próximos seis meses.
Afganistán, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen, están en el nivel de alerta más alto, junto con Haití, Burkina Faso, Mali y Sudán, para el periodo de junio a noviembre del 2023.
Esta proyección se debe a las duras restricciones de movimiento de personas y bienes en Haití, así como en Burkina Faso y Malí, de la mano con el conflicto bélico en Sudán.
El panorama de Pakistán, la República Centroafricana, Etiopía, Kenia, la República Democrática del Congo y Siria, también es complejo, con una advertencia que se extiende a Myanmar.
El Líbano, El Salvador y Nicaragua forman a su vez parte de la lista, mientras que Malawi, Guatemala y Honduras continúan siendo países críticos del hambre.
“El deterioro de la inseguridad alimentaria aguda en los focos de hambre se produce en el contexto de una crisis alimentaria mundial”, citó el informe.