Migrantes en España no denuncian violencia de género por miedo

El número de mujeres refugiadas en España que sufren violencia de género es alarmante, según alertan diversas organizaciones en la materia.

La compleja situación aquellas que han huido de conflictos bélicos, persecuciones políticas o violencia en sus países de origen, se agrava cuando se encuentran en una nación desconocida y en la que son blancos fáciles para actos de este tipo. 

Sin embargo, el miedo a ser expulsadas detiene a las migrantes víctimas de denunciar los hechos, realidad que se vive en los centros de acogida. Es así que en estos sitios se ha puesto en marcha un proyecto para aplicar el protocolo de actuación sobre violencia de género.

De este modo, el llamado “proyecto Semilla� fue desarrollado por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) y el Ministerio de Inclusión y Migraciones, con la finalidad de asegurar la correcta aplicación del protocolo contra la violencia machista en el sistema español de acogida de protección internacional.

Asimismo, Eva Menéndez, especialista en temas de género de Acnur España, comentó que este ha sido un “trabajo conjunto� en el que se prestó atención a las solicitantes de asilo con la finalidad de optimizar la prevención, asistencia, protección y reforzar su acceso a mecanismos seguros de denuncia

“Se trata de caminar todos en la misma dirección: tolerancia cero con la violencia machista�, añadió.

Cabe destacar que, cada una de cada tres víctimas asesinadas por violencia machista en España es extranjera. 

Además, desde el 2003, más de mil 200 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España. De ellas, 399 eran extranjeras.

Durante el 2022, arribaron de manera irregular más de 31 personas por vía marítima y terrestre; de lo que un 11% eran mujeres y un 14 % niños y niñas, siendo estos los sectores más vulnerables ante la violencia y la trata de personas.

Las declaraciones de las víctimas juegan un papel fundamental para este tipo de organizaciones.

Una de las afectadas que ofreció su testimonio fue una venezolana que llegó a Almería, España, escapando de situación de su país de origen. 

A esta joven la asignaron en una plaza de protección internacional en un centro de gestionado por la Cruz Roja, donde la gran mayoría de las personas acogidas son hombres jóvenes.

“Yo me juntaba con ellos, pero muchos malinterpretaban el hecho de que yo fuera simpática y amable, creían que estaba interesada, hasta que un día alguien intentó agarrarme en un ascensor, darme un beso y hasta tener sexo. (…) Reaccioné, aunque pudo haber pasado cualquier otra cosa�, contó.