por: María Fernanda Pérez
29/07/2025 | 10:30 am
Cortesía
La capital sueca se ha convertido en el epicentro de cruciales conversaciones entre Estados Unidos y China, que iniciaron su segunda jornada de negociaciones arancelarias en un esfuerzo por desescalar las tensiones comerciales entre las dos potencias mundiales. Tras una primera sesión que se extendió por más de cinco horas sin que trascendieran detalles, las delegaciones de alto nivel retomaron este martes sus encuentros en Rosenbad, la sede del Gobierno sueco.
Las banderas china y estadounidense ondeaban juntas en el lugar de la reunión, simbolizando la importancia del diálogo. Por la parte estadounidense, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el representante de Comercio, Jamieson Greer, encabezaron la delegación. Por el lado chino, el viceprimer ministro He Lifeng lideró a su equipo. El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, ha sido un anfitrión activo, reuniéndose por separado con ambos grupos y expresando en la red social X el orgullo de Suecia por acoger estas importantes negociaciones. “Esperamos un desarrollo positivo para el comercio global y la economía mundial”, señaló Kristersson, enfatizando el apoyo de su país a un comercio global basado en reglas.
Esta ronda de negociaciones en Estocolmo sigue a encuentros previos en Ginebra y Londres, así como una conversación telefónica entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping el pasado 5 de junio. La reunión en Londres ya había facilitado la rebaja de controles de exportaciones en áreas sensibles, como chips y motores de aviación por parte de EE. UU., y tierras raras por parte de China.
La incertidumbre, sin embargo, persiste. Recientes reportes del ‘Financial Times’ indicaron que EE. UU. había pausado restricciones a las exportaciones tecnológicas a China, buscando no perturbar las negociaciones y respaldar un posible encuentro entre Trump y Xi Jinping este año. El presidente Trump, por su parte, desmintió en Truth Social que estuviera buscando activamente una cumbre, aunque manifestó en Escocia que su administración está “muy cerca de un acuerdo con China”.
¿Se extenderá la tregua arancelaria?
Un punto clave en discusión es la posible extensión de la tregua arancelaria de 90 días, que expira el 12 de agosto. Esta tregua ha visto a EE. UU. reducir sus aranceles sobre productos chinos importados al 30% (desde el 145%) y a China fijar los aranceles a los productos estadounidenses en un 10% (desde el 125%). Scott Bessent ha sugerido la posibilidad de prorrogar esta tregua, aunque Pekín no se ha pronunciado al respecto.
Las negociaciones van más allá de los aranceles y se adentran en temas espinosos. EE. UU. busca un mayor acceso a los mercados chinos y abordar la sobrecapacidad productiva de China en sectores como vehículos eléctricos, acero y paneles solares. Asimismo, la postura de Washington sobre las compras de crudo ruso e iraní por parte de Pekín se perfila como un punto de fricción.
Sin embargo, China ha dejado claro a través de sus medios afines que no aceptará imposiciones. Cualquier intento de condicionar las negociaciones a medidas unilaterales, como sanciones extraterritoriales o restricciones tecnológicas, “dañaría el clima de entendimiento”, advierten fuentes cercanas a la delegación china.
Con la atención global puesta en Estocolmo, las próximas horas serán decisivas para determinar si estas negociaciones lograrán sentar las bases para una relación comercial más estable entre las dos economías más grandes del mundo.