por: Inés Reyes
22/09/2017 | 4:01 pm
AP
En la primera película sobre un grupo de espías secretos conocido como Kingsman, aprendimos que van bien vestidos y arreglados. En la segunda parte hay un toque diferente, un poco más desesperado.
«Kingsman: The Golden Circle» llega tres años después de la primera entrega de la serie dirigida por Matthew Vaughn pero prepara mal el terreno para la tercera película.
Es importante recordar, que las películas de Kingsman están basadas en una serie de comics de Mark Millar y Dave Gibbons sobre un grupo de élite de espías británicos que combina su amor por los trajes hechos a la medida con la letalidad de James Bond.
Se divierten en una sastrería de Saville Row, toman té, pueden usar dispositivos como los del agente 007 y salvar el mundo en secreto.
La primera entrega presentó a Eggsy (Taron Egerton), un chico de clase trabajadora y potencial recluta que es defendido por el líder de los Kingsman, Colin Firth, pese a su rudeza y su mala educación. Demostró su entereza al frustrar un plan diabólico ideado por un millonario empresario del internet interpretado por Samuel L. Jackson.
Mientras en la secuela, la sede de los Kingsman está bajo ataque y los sobrevivientes se ven obligados a escapar con sus lejanos primos estadounidenses, Statesman, una agencia de espionaje similar escondida en una destiladora de whisky en Kentucky.
Firth está de regreso y se le extraña mucho como líder de los Kingsman. El problema es que lo vimos morir en la primera película y el que resucite en la segunda no es convincente.
Si para la primera cinta logró su encanto al demostrar que la crianza no determina la gallardía a la segunda película le falta esa premisa. La división de estilos entre espías estadounidenses y británicos es rápidamente abandonada y por momentos un duro debate sobre la guerra contra las drogas lleva el filme en una dirección más oscura.
«Kingsman: The Golden Circle» de Twentieth Century Fox tiene una clasificación R en Estados Unidos, que requiere que los menores de 17 años vayan acompañados de un adulto por su lenguaje y escenas violentas.