por: María Fernanda Pérez
04/05/2025 | 4:00 pm
Grupo El Comercio
El día sábado 20 de julio de 2002, la discoteca Utopía se convirtió en el escenario de una de las tragedias más devastadoras en la historia de Perú.
Un incendio, provocado por un acto irresponsable durante una fiesta, cobró la vida de 29 jóvenes y dejó cicatrices imborrables en sus familias.
Miles de jóvenes se congregaron en la discoteca Utopía ese día, ubicada en el Jockey Club del Perú, para celebrar el lanzamiento de una fragancia.
Lo que prometía ser una noche de diversión se transformó en una pesadilla cuando un barman, realizando malabares con fuego, inició un incendio que se propagó rápidamente por el local.
Negligencia y desidia
La discoteca, con una capacidad para 400 personas, albergaba a más de mil asistentes. Las salidas de emergencia estaban bloqueadas, no había extintores ni zonas de evacuación señalizadas.
La falta de medidas de seguridad y la negligencia de los dueños y administradores del local contribuyeron a la magnitud de la tragedia.
29 jóvenes, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 30 años, perdieron la vida en el incendio. Muchos murieron asfixiados, atrapados en el local sin escapatoria. La tragedia dejó un profundo dolor en las familias de las víctimas y conmocionó a todo el país.
Los responsables de la tragedia, los socios Édgar Paz Ravines y Alan Azizollahoff Gate, y el administrador Percy North, fueron llevados a juicio.
Sin embargo, la justicia ha sido esquiva. Paz Ravines fue capturado en México y deportado a Perú para cumplir su condena, pero Azizollahoff Gate sigue prófugo y su pena ha prescrito.
Veinte años después, la tragedia de Utopía sigue siendo una herida abierta. Las familias de las víctimas continúan luchando por justicia y exigiendo que se haga responsable a todos los implicados.