por: Elena Velásquez
15/10/2022 | 7:00 pm
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Desde épocas remotas, el hombre se ha preguntado cómo se originó el universo y, en la búsqueda de una respuesta, ha desarrollado dos de las hipótesis más aceptadas en el mundo: que fue creación de Dios, y que surgió a partir de una gran explosión denominada Big Bang.
Como parte de la larga investigación sobre este tema, en el año 1964, el físico británico, Peter Higgs; y su colega, el belga François Englert, propusieron el mecanismo de “la ruptura de la simetría en la teoría electrodébil” para ayudar a explicar “el origen de las partículas subatómica con masa”.
Fue así como ambos expertos sugirieron la existencia de la partícula subatómica denominada bosón de Higgs, también conocida como la “partícula de Dios”, debido a su rol clave para la comprensión de la formación de la materia. Sin embargo, debieron pasar 48 años antes que la ciencia hallara un bosón que coincidiera con la teoría.
El 04 de julio de 2012, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (Cern) informó el descubrimiento de una partícula sin carga eléctrica ni color, sumamente similar a la descripción planteada por los científicos dentro del Modelo estándar de física de partículas.
Tras analizar a fondo sus características, interacciones y propiedades cuánticas, los investigadores concluyeron que el inestable bosón hallado, cuya vida media se extiende por solo un zeptosegundo (lo cual equivale a una miltrillonésima parte de un segundo); era en efecto, la “partícula de Dios” postulada hace más de cuatro décadas.
En reconocimiento a los planteamientos teóricos sobre este bosón, Higgs y Englert fueron galardonados con el Premio Nobel de Física en el año 2013.