por: María Fernanda Pérez
22/11/2024 | 7:30 pm
Foto obtenida de https://naukas.com/
La historia de Julia Pastrana es un sombrío recordatorio de cómo la diferencia física puede ser explotada y cómo la sociedad ha tratado a aquellos que se salen de los cánones establecidos. Nació en Sinaloa, México, a mediados del siglo XIX, y su condición, hipertricosis, la convirtió en un objeto de curiosidad y explotación.
La hipertricosis es una rara condición genética que provoca un crecimiento excesivo de vello en todo el cuerpo. Julia, debido a esta característica, fue exhibida en circos y ferias de todo el mundo, convirtiéndose en una especie de «mujer-animal.» Su talento para el canto y el baile quedó eclipsado por su apariencia física, y fue reducida a un espectáculo para el entretenimiento de las masas, que acudían a verla por simple morbo.
Un final trágico
La explotación de Julia no terminó con su vida. Tras su fallecimiento, su cuerpo y el de su hijo, quien también nació con hipertricosis, fueron momificados y exhibidos en museos y circos. Su esposo, Theodor Lent, se encargó de perpetuar este macabro negocio, lucrando con los restos de su esposa y de su propio bebé.
Afortunadamente, en los últimos años se han hecho esfuerzos por reivindicar la figura de Julia Pastrana y devolverle la dignidad que le fue arrebatada. Sus restos fueron repatriados a México y recibieron un entierro digno.
Este caso es, sin lugar a dudas, un recordatorio de la crueldad y la discriminación que han sufrido las personas con diferencias físicas a lo largo de la historia.