por: María Fernanda Pérez
22/10/2024 | 7:30 pm
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La idea de que el alma humana tenga un peso tangible ha fascinado a la humanidad durante siglos. Uno de los intentos más famosos por cuantificar esta entidad intangible fue el experimento llevado a cabo a principios del siglo XX por el médico estadounidense Duncan MacDougall. Su afirmación de que el alma pesaba 21 gramos se convirtió en una leyenda popular, pero ¿qué hay de cierto en esta afirmación?
Un intento de medir lo inmensurable
En 1901, MacDougall, un médico de Haverhill, Massachusetts, diseñó un experimento con el objetivo de medir la pérdida de peso de pacientes moribundos en el preciso momento de la muerte. Su hipótesis era que esta pérdida de peso correspondería al peso del alma que abandonaba el cuerpo.
Para llevar a cabo su experimento, MacDougall seleccionó a varios pacientes terminales, a quienes colocó sobre una báscula de gran precisión justo antes de su fallecimiento. Al registrar la pérdida de peso en el momento exacto de la muerte, MacDougall concluyó que el alma pesaba aproximadamente 21 gramos.
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Sin embargo, el experimento de MacDougall adolece de numerosas fallas metodológicas que invalidan sus conclusiones. Lo cierto es que no controló variables como la pérdida de líquidos corporales durante la agonía, la fluctuación de la presión arterial o la respiración, que podrían haber afectado la lectura de la báscula.
Además, las básculas de principios del siglo XX no tenían la precisión de los instrumentos actuales, lo que introduce un margen de error considerable en los resultados.
La conclusión de que la pérdida de peso se debía al alma es una interpretación subjetiva y carente de base científica. No existe evidencia empírica que sugiera que el alma sea una entidad física con masa.
A pesar de las evidentes limitaciones del experimento, la idea de que el alma pesa 21 gramos se popularizó rápidamente y se convirtió en un mito cultural.
La ciencia moderna rechaza la idea de que el alma sea una entidad física con masa. La conciencia y la mente son fenómenos complejos que están estrechamente vinculados al funcionamiento del cerebro, y no existe evidencia científica que sugiera la existencia de un alma separada del cuerpo.